Trajo ingredientes, recetas ancestrales y cultura gastronómica oaxaqueña a Aguascalientes. Mariana Gómez González es la estrella más brillante de Oaxakita.
“Para mí representa un orgullo traer a Aguascalientes y presentar mi sazón, mi comida, lo mucho que tenemos en Oaxaca, que es una gastronomía muy intensa”.
Mariana viene de una familia que cocina como los ángeles, nació en Tlacolula de Matamoros. Su mamá le enseñó a amar el aroma de la leña que se queda prendido en la ropa y la memoria.
Oaxakita es un restaurante formidable, se ubica en Avenida Las Américas, en el fraccionamiento Valle Dorado. Cada detalle tiene el sello de Oaxaca, “una vez soñé con una cocina enorme, grande, con unas ollas grandes, nunca me imaginé que lo tendría, que sería tan exitoso”.
Sonríe serena, como si en su corazón ardiera el calor de esos fogones que nunca se apagan, “tenía 8 años cuando mi mamá me dijo ‘ayúdame a matar una gallina’, el caldo salió muy rico, con yerba santa, me felicitó y de ahí me metió a la cocina”.
En la comida de Mariana se pueden rastrear las costumbres de Valles Centrales, la mano de mujeres que le ponen sazón a las ollas y alma al paisaje de su infancia, “participaba en las mayordomías, en las bodas, en los difuntos, en las festividades de la iglesia, en algún cabo de año, a darle de comer a los que llegan a dar el pésame”.
Se casó joven, a los 16 años. Su suegra y su madre fueron sus pilares en la cocina, le enseñaron, “siempre me preguntan de dónde salen mis manos, de dónde aprendí”.
El éxodo a Aguascalientes fue en el 2005. Sus hijos se fueron a estudiar a esa ciudad y buscaron dónde instalarse, iniciaron de cero, sin nada, pusieron un negocio de comida oaxaqueña y ahora cumplen 15 años con el restaurante.
En Oaxaca Mariana se dedicaba con su familia a la elaboración de queso, quesillo y pan, en Aguascalientes empezó desde abajo, con un negocio muy pequeño en Encarnación.
Inició con 50 litros de leche para elaborar quesillo, horneaba pan. Se salía a vender de casa en casa al centro de Aguascalientes, “la verdad somos gente humilde, lo que ganó el éxito que tenemos es la perseverancia, no darnos por vencidos”.
Salía con su canasto a vender tamales, quesillo, todos los productos que ofrecen de Oaxaca. Su siguiente paso fue ir al Centro Comercial Agropecuario, el mercado más grande en Aguascalientes. Llegaba a las 5 de la mañana para vender chocolate, champurrado, café, pan y los tamales.
Su negocio en casa era muy pequeñito, en la cochera de la casa en la que vivían, ahí empezó a vender tlayudas, tamales, memelitas, “todo lo que Oaxaca ofrece en nuestra gastronomía (…) cuando no había venta me salía de casa en casa, la gente nos empezó a conocer, a gustar nuestra comida y aceptar mi sazón, la sazón de las oaxaqueñas”.
Mariana volvió a Oaxaca hace dos años, participó en el Tercer Encuentro de Cocineras Tradicionales. Presentó cuatro platillos: estofado de res, higaditos y el enyerbado, preparó tamales de puñete; de ahí la invitaron a participar en Oaxaca Flavors.
“En el encuentro de cocineras nos apoyábamos mucho, una cocinera de la Costa preparó tamales de tichinda, ahí compartimos recetas (…) Nadie es profeta en su tierra, la verdad es que a veces hay envidia, en Oaxaca quizá no hubiéramos crecido tanto como en Aguascalientes”.
A Mariana le gustaría que la recuerden como la persona que es, muy honesta, con esa sazón que les deja a sus hijos, “me siento muy orgullosa, la gente reconoce mi sabor, mi cocina, me siento contenta y exitosa, nos aceptaron, a pesar de muchas trabas, hemos llegado a donde estamos ahorita”.
Ve en la perseverancia la clave de su éxito, “le diría a las oaxaqueñas, a las cocineras, que no se den por vencidas, Oaxaca tiene mucho que ofrecer al mundo, sobre todo, ser perseverantes, disciplinados”.
En Oaxakita Mariana logró un formidable equipo de trabajo, una gran familia, “todo el empeño que le hemos puesto a la cocina, mantenemos el restaurante siempre limpio (…) tuve un sueño hace muchos años, de que estaba en una cocina grande, con cazuelas grandes y ahora se cumplió ese sueño”.
