♦ Yolanda Peach| Leche con tuna
Ni la Guelaguetza, ni la Semana Mayor, ni Navidad, ni siquiera el Día de la Madre. indiscutiblemente, la temporada más esperada en Oaxaca, es la de Muertos.
La muerte deja de ser ausencia, cada ser amado retorna, camina y disfruta, percibe, huele, prueba, escucha, nos abraza, es una presencia viva.
En nuestras casas les espera un gran festín con aquello que les gustaba en vida.
Un arco que muestra la puerta de regreso al inframundo, velas representan el fuego, sirven de guía para que encuentren bien el camino. Agua para calmar la sed de las almas después de un largo recorrido.
Sal para ayudar a que puedan transitar del mundo de los vivos a los muertos sin corromper su alma; el incienso, que representa el aire, protege de los malos espíritus, así el alma puede viajar y entrar sin peligro en nuestra casa.
Cempasúchil, la flor que, para nuestros antepasados, es el reflejo del color del sol y por su aroma, sirve de guía a los espíritus en este mundo, además de los frutos, que simbolizan la tierra.
La visita al panteón es parte de estos rituales, ir a adornar la tumba con flores y veladores, en algunos lugares, con comida y bebidas.
Cada población de Oaxaca, tiene sus propias costumbres, sus propias creencias. En muchos lugares velan en el lugar para convivir con las almas, comer y beber con ellos, les llevan música y todo es fiestas.
Este año fue más especial, en la gran mayoría de poblaciones los últimos dos años no abrieron los panteones ante la pandemia del Covid-19 que, en Oaxaca, hasta el último conteo, se llevó 6 mil 344 personas.
Tras tres años de espera, en todos los panteones finalmente, pudieron entrar y honrar a sus ancestros.
El misticismo que envuelve esta temporada, este año atrajo muchos turistas, que, sin saber el significado de cada ritual, llegaron a los panteones disfrazados de catrinas y otros seres, para emborracharse, cantar, hacer contenido para sus redes sociales y divertirse.
Otra cosa son las comparsas, donde efectivamente, se engalanan con los disfraces, la mayoría muy elaborados, para caminar por las principales calles y bailar, acompañados con bandas de música.
En el panteón es solemnidad, un encuentro íntimo con los seres que ya partieron.
Muchos familiares de los difuntos, alegaron que no querían turistas en el panteón, que su presencia ahí era invasiva.
La culpa, probablemente no es de los turistas, sino de los guías que los llevan al panteón como si se tratara de un espectáculo, sin explicar antes el verdadero sentido de estas visitas.
A diferencia de otras fiestas en Oaxaca que se han comercializado y “vendido” al exterior como si se tratara de una función prodigiosa, la temporada de Muertos tiene un ánimo más íntimo, donde están enlazados sentimientos, añoranzas y reencuentros.
Y aunque alrededor de estas celebraciones se han tejido concursos, como los de altares, fachadas, disfraces, se organizan fiestas alusivas con cocina tradicional, performance y música, la tradición original se preserva en las familias oaxaqueñas.
Los que hoy ofrecemos, seremos invitados mañana a la fiesta. Una celebración que se prepara con gran devoción para agasajar a los que nos visitan.
Un legado que debe transmitirse en cada generación para que no pierda la esencia.