♦ Yolanda Peach | Leche con tuna
En una conmovedora celebración que fusionó amor, tradición y exquisitos sabores, la maestra cocinera Juanita Amaya y su esposo Ovidio Pérez conmemoraron sus 50 años de matrimonio en Zimatlán de Álvarez, Oaxaca.
La jornada comenzó con un íntimo desayuno para los seres queridos, donde higaditos con frijoles, chocolate atole y pan de yema crearon un festín matutino lleno de calor y sabor, simbolizando la riqueza de la cultura oaxaqueña.
Ovidio, con el corazón lleno de recuerdos, compartió que conoció a Juanita siendo muy joven y, en lugar de pedirle que fuera su novia, simplemente le informó que era su novio. A lo largo de los años, no solo han compartido su vida, sino que Ovidio apoyó el crecimiento y desarrollo de Juanita, incluso en la consecución de su licenciatura en Derecho.
La ceremonia religiosa en el templo parroquial de San Lorenzo fue una expresión de devoción y amor duradero. Al salir, la pareja y sus allegados se sumergieron en una tradicional calenda, donde monos de calenda y la vibrante música de banda llenaron las calles. Las chinas oaxaqueñas danzaron el jarabe de los valles, honrando las raíces y costumbres de la región.
El festín culinario, llevado a cabo en el encantador restaurante Mi Tierra Linda, fue una colaboración mágica entre destacados cocineros y cocineras tradicionales.
Como primer tiempo una mini tetela tradicional de pasta de frijol de la mixteca oaxaqueña, obra maestra del cocinero tradicional Isidro Osorio de Huajuapan de León.
Siguieron unos tamalitos de tichinda y carne cruda de la costa oaxaqueña, preparados con destreza por la cocinera tradicional Teresa Cordero de la Villa de Tututepec.
El tercer tiempo fue un caldo de guajolote de los valles centrales, cocinado con amor por la novia, Juana Amaya de Zimatlán de Alvarez.
Chileajo amarillo con costilla de res de la mixteca oaxaqueña por Isidrio Osorio y Mole negro con lengua de res, una delicia característica de Juanita Amaya fueron el cuarto tiempo.
En la barra de bebidas se ofreció téjate preparado por Porfiria, maestra tejatera de Zimatlán, así como aguas frescas de Jamaica y horchata, mezcal y cervezas que añadieron un toque de alegría a la celebración.
Sandro Landucci Lerdo de Tejada, fue homenajeado con la entrega del guajolote en una tradición que honra y agradece al padrino. También recibió un tenate lleno de pan de cemita, simbolizando la riqueza y belleza en esta festividad.
No podía faltar el pastel: un biszocho de nuez relleno de zarzamora y bizcocho de vainilla relleno de durazno, un dulce final para una comida inolvidable.
En la tornaboda, semitas variadas y esquites reparadas por Eustolia Gonzalez Ruiz cocinera tradicional de Tlaxiaco deleitaron a los invitados con sabores auténticos y reconfortantes.
El baile de los novios, acompañado de la melodía romántica «Amor a Primera Vista» de Ray Conniff, marcó el inicio de una nueva fase en la celebración.
Ovidio expresó su felicidad y agradecimiento, compartiendo el viaje desde el enamoramiento apasionado hasta la construcción de un amor sólido y duradero. Los padrinos, Catalina Chávez Lucas y su esposo, aportaron dulzura y simbolismo al ser los padrinos de los dulces durante el baile.
Con la presencia de sus hijos, Tania, Nayeli y Ovidio, así como la bendición de sus nietos, Juanita y Ovidio celebraron rodeados de amigos, familiares y colegas cocineros que llegaron de diferentes lugares para unirse a esta celebración única en su tipo.
Estos 50 años de matrimonio son un testimonio de principios y valores que han perdurado, creando una familia que refleja la semilla amorosamente sembrada. La tradición, la cultura y la cocina se entrelazaron en una celebración que honra no solo a la pareja, sino también a la riqueza de la tierra oaxaqueña. ¡Felicidades a Juanita y Ovidio en sus Bodas de Oro!
