Hablar de Gloria Escudero Jiménez, mejor conocida como “La Güera”, es contar la historia de una mujer, que pese a las adversidades y tener 33 años de dejar su tierra natal, se conserva íntegra, sin perder la esencia de sus raíces.
Heredera de las costumbres de Juchitán, en donde aprendió los rituales, los parlamentos y sobre todo, la cultura culinaria, logró construir a su alrededor ese legado de forma imperturbable.
A los 19 años emigró a la ciudad de Oaxaca de Juárez con el objetivo de continuar sus estudios. Administración de Empresas en el Instituto Tecnológico de Oaxaca, dejando atrás una niñez hermosa, “en esos tiempos era más libre, no había inseguridad, podías andar por la calle sin tener miedo”.
Su llegaba a la capital oaxaqueña no fue nada fácil, “me costó trabajo, mucho trabajo, cuando me vine a Oaxaca sí que sufrí, no tan fácil te hacen amistad (…) en Juchitán, aunque no te conozcan, te invitan, tratan de que te sientas como en casa…”.
Al terminar la carrera comenzó a trabajar, a los tres años se casó y tuvo tres hijos.
Pese a que su esposo no quería que trabajara, su mamá la convenció que vendiera comida del Istmo y así comenzó su travesía.
Su negocio lo comenzó hace 25 años, entonces la comida istmeña no era popular, “comencé a regalar mis garnachas para que la gente las conociera”. Vendía en la calle.
Todos los insumos los mandaban traer del Istmo, las tostadas, las tlayudas. En ese entonces era poca la gente que vivía en la colonia Reforma.
Comenzó con tostadas, molotes, garnachas. Todo con las recetas que heredó de su madre y era esa comida que tanto disfrutaba, como la cheguiña, un molito con carne de res, masa, guajillo, epazote, que le sabe a calor familiar.
Con su negocio formal lleva ya 16 años. Al inicio tenía otro nombre, Binnilaanú, pero poco a poco comenzó a ser conocido y llegaban artistas, políticos, magistrados, senadores, precisamente un gobernador fue el que lo bautizó como “La Güera”.
Antes no vendía mariscos. Al inició comenzó a prepararlo para la casa, después al público, como las jaibas y camarones con aderezo, o las papas al mojo de ajo, una especialidad que sólo se encuentra en este lugar.
Su negocio ha prosperado tanto que es referencia obligada de la comida de Juchitán en Oaxaca. “Una noche batí el récord, preparé dos mil garnachas en esa velada”.
Sabe que no tiene competencia y su pasión es cocinar, así que hay “Güera” para rato, para deleitar a quienes deseen conocer Juchitán sin tener que viajar.