La cocina de Juana Amaya: Tierra y Humo

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Yolanda Peach | Leche con tuna

En la cocina oaxaqueña, donde el humo se funde con la tierra y las recetas se heredan como un preciado legado, se esconde una magia particular. En muchos hogares de Oaxaca, la verdadera riqueza está en la capacidad de transformar lo simple en sublime con las manos, el fuego y los ingredientes de la región.

Una de las privilegiadas es Juana Amaya, quien decidió compartir con el mundo las recetas que marcaron su vida y su historia personal a través de Tierra y Humo, Cocina Ancestral Oaxaqueña. Comparte 30 recetas tradicionales, como el tamal de chepil y el emblemático mole negro, al tiempo de entrelazar fragmentos de su vida.

“Me sirvió de terapia escribir este libro”, confiesa Juanita con una sinceridad que refleja la profundidad del proceso. Un viaje hacia la memoria que también fue una forma de sanación, un espacio en el que pudo reordenar sus recuerdos, sus tradiciones y sus sentimientos.

El pasado 27 de septiembre, el Museo de los Pintores Oaxaqueños fue el escenario de la primera presentación de este proyecto. En un ambiente íntimo, rodeada de amigos, admiradores y su familia, Juanita compartió un pedazo de su alma.

Originaria de Zimatlán de Álvarez, Juana creció en una casa modesta de jacales de caña, donde las mujeres de su familia mantenían viva la tradición de la cocina oaxaqueña. Desde niña, aprendió a moler en el metate y a cocinar en el comal, “todo se molía en el metate, no había luz, el metate estaba en el piso, me llegué a quemar por el comal”, recuerda con una sonrisa que refleja tanto la dureza como el cariño que le dejan esos recuerdos.

La niñez de Juanita fue marcada por el trabajo arduo, la carencia y, sobre todo, por el amor de su madre, quien, a pesar de las dificultades, siempre encontraba la manera de alimentar a su familia.

A los 18 años, se casó con Ovidio, el padre de sus tres hijos. Con el apoyo de él, que la animó a estudiar, Juana se convirtió en abogada; sin embargo, la vida le presentó otro camino cuando su madre enfermó y ella decidió dejar su trabajo en el Ministerio Público para dedicarse al cuidado de su familia.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que la cocina, ese arte que había aprendido desde niña, podía ser la clave para mantener a su familia y, al mismo tiempo, compartir con otros.

En 2009, abrió Mi Tierra Linda, un restaurante que nació con cinco mesas y mucha fe. “Pedí todo fiado, absolutamente todo, y me fiaron hasta el mezcal”, recuerda. Con el tiempo, su trabajo incansable y el apoyo de su hijo Ovidio, quien estudió Gastronomía, llevaron su cocina más allá de Zimatlán, participando en festivales y congresos gastronómicos, traspasó fronteras, como Madrid, donde cocinó en el prestigioso restaurante Punto MX.

Actualmente Juanita celebra los frutos de su esfuerzo. Tierra y Humo tiene en sus páginas, además de las recetas tradicionales que marcaron su vida, recuerdos de su infancia, anécdotas familiares y reflexiones sobre la importancia de la cocina como una forma de identidad.

Con la colaboración del fotógrafo Jorge Martínez y el editor Omar Mooney, este proyecto busca visibilizar su legado y preservar las tradiciones culinarias de Oaxaca.

En la primera presentación, rodeada de familiares, amigos y admiradores, Juanita compartió algunas de las historias más entrañables de su vida y su relación con la cocina.

Mientras firmaba ejemplares y ofrecía una muestra de los platillos que aparecen en su libro, presentó también un pedazo de su corazón, “crecí entre el zurco, el humo, el metate y el comal”, dice con orgullo, al saber que esa herencia es la que marcó su camino y que ahora, con su libro, tiene la oportunidad de compartirla con el mundo.

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