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Una tamaliza para recordar

Yolanda Peach | Leche con tuna

El aroma tentador de tamales recién cocidos llenó el aire con la familia de Levadura de Olla, donde se realizó una emotiva tamaliza para conmemorar el Día de la Candelaria. Este evento, que marcó el primer almuerzo del año en el restaurante, fue una celebración de la tradición culinaria y la comunidad, en el espacio de La Cocina de Humo.

Desde las primeras horas, tanto locales como visitantes extranjeros se congregaron para ser parte de esta experiencia única, probando una variedad de tamales preparados por destacadas cocineras tradicionales. Cada bocado una ventana a la rica diversidad gastronómica y cultural de Oaxaca.

Doña Isabel Gutiérrez, de San Mateo Yucutindoó, dio la bienvenida a los comensales con su cuco, una delicia preparada de masa con un corazón de queso fresco, que tradicionalmente se ofrece a los bebés. También deleitó a los presentes con tamales de mole de fiesta, despertando memorias de celebraciones pasadas.

Isabelina Villavicencio, representando a San Juan Ozolotepec, en Miahuatlán, compartió su experiencia con tamales de masita de res, mientras que Merced Barrios, proveniente de San Juan Yatzona, en la Sierra Norte, presentó una selección de tamales de frijol entero y de amarillo de pollo, cargados de sabor y tradición.

Carlos Alberto García, desde Monterrey, aportó un toque norteño con sus tamales de puerco, mientras que Orlanda López de Santiago Atitlán, en la región de la sierra mixe, cautivó los paladares con sus tamales de mole de res en hoja de milpa.

Georgina Ojeda, de El Frijol Yucuntindó, llevó la frescura de la piña con arándanos y la autenticidad de las rajas con quesillo en sus tamales. Karina Martínez, de Unión Hidalgo en el Istmo, presentó los tradicionales tamales istmeños de cambray y tamales de res, un platillo luctuoso, que se ofrece en el novenario.

La chef Thalía Barrios sorprendió con tamales de flor de guachipil y de mole negro, mientras que Francisco de Jesús López, de San Pedro Amusgos, aportó la calidez de los tamales de coloradito en hoja de plátano.

El chef Neftalí Ramos cerró con broche de oro con sus tamales de lechecilla con arándanos cubierta de queso, una combinación única que cautivó a los presentes. Para acompañar este festín, se ofrecieron atoles de guayaba, poleo y tortilla, café y agua de avena, completando así una experiencia gastronómica inolvidable.

La tamaliza en Levadura de Olla fue más que una simple reunión culinaria; fue un tributo a una tradición arraigada en la historia y el corazón de México. El 2 de febrero, conocido como el Día de la Candelaria, marca la convergencia de creencias religiosas y tradiciones prehispánicas. Los tamales, con su nombre derivado del náhuatl «tamalli», que significa envuelto, son el lazo que une estas dos culturas.

Esta fecha conmemora la presentación del Niño Jesús en el templo y la purificación de María, fusionando elementos de la fe católica con rituales prehispánicos. Desde tiempos ancestrales, los tamales han sido ofrendas a los dioses, simbolizando la conexión sagrada entre la humanidad y el maíz, el regalo de los dioses según la mitología.

La tradición de la Candelaria trasciende el tiempo y el espacio, conservando su significado y relevancia en la sociedad contemporánea. Desde la partida de la rosca de Reyes hasta la presentación del Niño en el templo, cada paso es un recordatorio de la importancia de la comunidad, la generosidad y la gratitud.

En Levadura de Olla, esta celebración fue un homenaje a la identidad y la historia compartida de México, uniendo a personas de todas las procedencias en torno a una mesa llena de sabor y tradición.

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