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Aquelarre by koch, va por su tercera edición

♦ Yolanda Peach | Leche con tuna

Oro, turquesas, perlas, obsidiana, cristal de roca, plata, coral, ámbar, conchas y huesos. El hallazgo más espectacular de la más grande representación artística de nuestros ancestros se descubrió en la tumba 7 de Monte Albán.

Vestimenta, collares, pectorales, bastones y otras artesanías trabajadas con gran maestría y técnicas delicadas, como la filigrana o los hilos de oro.

Publicaciones científicas aseguran que, estas tumbas, eran un santuario subterráneo para el culto de los antepasados, un sitio de conmemoración y veneración. Un amor a los muertos que logra que permanezcan vivos.

Bien dicen que los muertos de los mexicanos son los más afortunados, los más queridos, los nunca olvidados. Se les ilumina el camino con veladoras y luces, se les recibe con música, con fiesta, con comida y con colores. Se prepara chocolate, se deshoja cempasúchil y se quema copal.

Siguiendo esta temática, este año la fundación Koch celebra la tercera edición del festival Aquelarre inspirándose en la Tumba 7 de Monte Albán.

Un performance en la que fluyen las luces, la música, el teatro, la danza y malabarismo, las artesanías, la cocina y el mezcal para honrar las almas vivas.

En conferencia de prensa, indicaron que son dos fechas para disfrutar de este encuentro místico. El viernes 27 de octubre el acceso será al caer el sol, con una cena estelar entre penumbras a cargo del chef Álex Ruiz de Casa Oaxaca.

Una cena maridaje de siete tiempos con diversas expresiones de mezcal Koch ancestral, donde predominarán los ingredientes nativos, como el maíz, el frijol, la calabaza, el cacao y el chile.

El sábado acceso libre a partir de las 12 horas. Una cena estelar a las ocho de la noche con el chef Coko Becher quien viaja desde Londres para cocinar un menú internacional de cocina de mar con un toque regional.

El talento artístico lo encabeza la banda de jazz mixe Los Pream, quienes estarán ambos días de Aquelarre, así como Vasco Hernández, quien viajó desde España para deleitar con su guitarra flamenta en un concierto a media luz.

Invitaron, para el ambiente festivo, a un grupo de DJ´s oaxaqueños y nacionales, así como la banda de niños de San Baltazar Guelavía.

Por tercer año, el taller de teatro Lola Bravo estará a cargo del arte escénico, un calidoscopio de emociones en el que se le agradecerá a la madre tierra por la cosecha y se honrará la energía de los cuatro rumbos, con una ceremonia inspirada en el agua dirigida por una maestra chamana.

Artesanos de distintas poblaciones colaboran con el toque cultural, con alfarería, cartón, textil, cerámica y barro negro.

Una ceremonia que conjuga elementos mágicos para compartir la verdadera esencia del significado de estas fechas. Un festival sensorial para honrar a los muertos, que busca borrar la falsa idea de que se trata de diversión ligada al terror.

Un intento por rescatar la ideología de Oaxaca antes de convertirla en un espectáculo sin sentido, “nos toca como oaxaqueños, cuidar la casa”.

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