En un contacto mano a mano con los artesanos, cocineras y artistas, visitantes pudieron degustar de la gastronomía tradicional, mixología, cerveza artesanal, a la par de adquirir productos y aprender en diversos talleres.
Organizada por La Catrina, medio cultural creado fundado por Carlos Santiago Chávez, “Oaxaca y su gente” tuvo su primera edición con el objetivo de difundir la cultura oaxaqueña y acercar a los espectadores con los creadores.
En el evento, realizado el pasado 11 y 12 de marzo, los asistentes pudieron asistir a los talleres de arte plumario, de animalitos de chía en barro verde, de nixtamalización y tortillas, de bordado, de nieves artesanales, de elaboración de artesanías en barro rojo, de pedal y uso de tintes naturales en lana y de calado de barro negro.
Se impartieron dos pláticas degustación, una sobre el pulque mixteco, y otra charla sobre el mezcal y su proceso en Santa Catarina Minas.
La sede fue en la Casa EnmolArte, en Margarita Maza de Juárez 117, donde cotidianamente se vive una experiencia de arte gastronómica, cocina de colores, pintura con mole, café, agave y vegetales.
Justo se ofrecía la exposición La luz de mis dedos, de Alero Ruiz, cuadros pintados en relieve pensado en los débiles visuales, “explora con la luz de tus dedos”, rezaba uno de los letreros para poder apreciar estas obras plásticas.
A la entrada del lugar, desde San Juan Teitipac, participó Magdalena Mateo, mixóloga, quien trajo cuatro propuestas de bebidas con mezcal: San Juan, con albahaca y pepino; El sabino, con jengibre; La Ciénega, con tamarindo; y Teitipac, con sandía.
Nos platicó que todos los domingos está en el mercado de San Juan Teitipac, además de asistir a eventos privados donde se encarga de la coctelería.
Lili Cristóbal, la cocinera a cargo de Pozontle Yalálag, una bebida ceremonial tradicional de la Sierra Norte que se ofrece en las fiestas grandes, como en las fiestas patronales, bodas, bautizos o cuando van a pedir a la novia.
A ella se le puede encontrar todos los fines de semana en la privada San José 205, en la colonia Aquiles Serdán de Santa Lucía del Camino; los domingos ofrece, además de pozontle, caldo de guajolote y caldo de costilla.
De San Antonino Castillo Velasco llegó Francisca Lidia Sánchez Mateos, de Biushita, quien además de impartir un taller de flor inmortal, exhibió para la venta artesanías de la también llamada siempre viva, o siempre me verás así.
Una actividad familiar para poder elaborar esta artesanía muy requerida en festividades religiosas. Su esposo se dedica a la siembra, por lo que logran tener colores únicos, como el blanco, que es como el oro, difícil de conseguir.
Sólo utilizan hoja de encino, bambú, lo que garantiza que la artesanía dure, al menos, 30 años, “es bordado a mano, no utilizamos cartón ni pegamento”.
Una labor que inicia desde las dos o tres de la madrugada. Con la pandemia, pensaron en dedicarse a otra cosa, pero les pidieron que no lo dejaran, “este trabajo es sagrado, antiguo, me pidieron que no lo suspendiera”.
Nevería La Oaxaqueña, una de las más tradicionales de Oaxaca que se ubica en el Jardín Sócrates, quienes, además de ofrecer sus nieves artesanales, ofrecieron un taller en el primer día del evento.
Cuatlicue, desde Santa María Atzompa, un taller de escultura y cerámica, que ha rescatado técnicas ancestrales, impartió un taller, además de ofrecer sus artesanías, que dejan de lado el verde característico.
“Utilizamos el mismo material, la técnica que es ancestral, pero que se perdió con el vidriado (…) retomamos la piedra de cuarzo para pulir las piezas”.
Nos contaron que recientemente, en unas excavaciones arqueológicas es que descubrieron piezas así, quemadas en el horno tradicional redondeado con arcos.
“No hicimos un cambio, sino retomamos lo antiguo, por eso algunas piezas no tienen vidriado, utilizamos la técnica de reducción de oxígeno, manchado de café, pasto, aserrín, todo orgánico”.
Se impartió también un taller de elaboración de artesanías en barro rojo por el Colectivo de Mujeres del barro rojo de la comunidad de San Marcos Tlapazola.
Utilizan la arcilla, el barro rojo y el amarillo para moldear. “Utensilios para la cocina que pueden utilizarse en el horno de microondas, en la estufa, libre de plomo”.
No podía faltar Teotitlán del Valle, representados la familia del señor Borrego, quienes impartieron un taller de pedal y el uso de tintes naturales en lana.
Participó, también de Santa María Atzompa, Artesanías Vásquez Velasco, quienes trajeron unas artesanías que se utilizan comúnmente en los altares de Semana Santa, y del que también impartieron el taller de animalitos de chía en barro verde.
Se trata de animalitos, como borregos, elaborados en barro negro y en donde germina y da hojas la chía, lo que le da un aspecto muy original.
La Salamanca, un taller de hojalatería artesanal que se ubica en Santa Rosa Panzacola, además de impartir una clase, llevaron sus obras, muchas de ellas solicitada en los eventos fúnebres.
Esperanza Hernández Pérez, conocida cariñosamente como tía Lancha, la cocinera tradicional que dio sabor al evento. El segundo día de encuentro preparó las infaltables memelitas, huevos al comal, tacos de chicharrón en salsa verde y en salsa roja, así como enmoladas.
Se degustó un buen pulque mixteco, curados y tepache, la cerveza artesanal Pizpireta, se disfrutó del arte textil Xicani de la Villa de Zaachila, del mismo lugar el arte plumario, alebrijes de San Martín Tilcajete y mezcal del palenque Los Sánchez.
Una experiencia enriquecedora, en la que se pudo platicar con los artesanos, quienes no dudaron en compartir sus técnicas, experiencias y sus saberes.
Sin duda, La Catrina logró reunir artesanías representativas y otras poco vistas, con lo que se da impulso a las manos creadoras que dan magia a Oaxaca.
