San Marcos Arteaga es uno de los municipios emblemáticos de Oaxaca por su cultura arraigada. Se le conoce principalmente por dos cosas: su centro ecoturístico y su pan artesanal.
Su panadería, si bien es pequeña y tradicional, es reconocida por su sabor peculiar. La chambelina, revolcada, francés, reventón, bolerc, torta de canela, capricho, chinas, besos, gusanitos, pechugas, pitallas, volcanes, tapaditas.
Piezas grandes como las tortas de huevo, el burro, la colorada, la china, la doncella, la empochada, el mamey y la hojaldra.
Es costumbre, que, con los primeros rayos del sol, empieza la tarea, tradicionalmente atribuida a las mujeres.
Una tradición de más de 80 años, que mantiene las técnicas artesanales, es manual, sin utilizar maquinaria y con insumos naturales.
La manteca natural, canela, los huevos de gallina de rancho y el horno revestido de barro y que se prende con leña, podrían ser algunas características que hacen de este pan, algo inigualable.
Un arte que requiere tiempo y dedicación para darle ese sabor único. En las tardes, no sólo llegan los vecinos por su pan, sino de otras localidades cercanas.
Es tan cotizado, que diariamente salen pedidos para Norteamérica, donde paisanos que partieron en busca de un futuro mejor, no dejan de extrañar el pan de San Marcos.
Nosotros lo conocimos en Huajuapan de León, en la panadería San Marcos, donde una de las familias de este pueblo trajo su pan. Una de las delicias que sólo se consiguen en Oaxaca y que debes probar al menos una vez en tu vida.
