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Moogoñé está de vuelta

Septiembre, considerado en Oaxaca el mes gastronómico, nos sorprende al iniciar con la reapertura de Moogoñé, cocina de época.

El escenario es una casa residencial en el Centro Histórico. Un edificio colonial que fue rescatado y restaurado para darle la gloria que debió ser al construirse. Se ubica cerca de la Basílica de La Soledad, en Independencia 105-A.

En esta ocasión, nos tocó ser testigos del corte de listón y de la bendición al lugar por un sacerdote católico. Nos invitaron a pasar y vivir la magia que saben crear.

Moogoñé cerró hace algunos meses y ahora, al volver, se reinventan. Traen menú renovado y otros platillos que rescataron. La buena vibra del lugar se siente al entrar.

Garnachas está entre las propuestas que conservan, el queso lo traen del Istmo y preparan su propia salsa roja, así como el curtido de col morada.

De esta región están las empanadas istmeñas rellenas de quesillo y carne de res, con queso seco y col curtida, así como los chiles rellenos.

Entre las entradas también están las quesadillas de chapulines, acompañadas con guacamole de molcajete y la cazuelita de lechón.

Puedes continuar con una sopa de tortilla, o elegir la crema bizza, con frijol, chorizo, aguacate, fritura de tortilla, queso fresco y chile pasilla.

De pastas tienen dos propuestas, un fusilli con salsa cremosa de chepil, con camarones, tocino y queso añejo, o un fetuccini con chintextle y con pulpo.

Rescataron la hamburguesa con pan de carbón activado, utiizan carne de res Premium, aderezo de la casa, mezcla de quesos, cebolla caramelizada y lechuga, la acompañan con papas.

Si eres amante del pan, está la ciabatta de camarón acompañada de zanahorias al tomillo.

Como plato fuerte tienen cuatro clásicos del Istmo: el pollo garnachero, el tamal del Istmo, el filete de res con estofado de frutas acompañado de puré y fritura de plátao, así como la tlayuda de arrachera enchilada, que acompañan con cebollas curtidas con rábano, chile habanero y guacamole.

Una propuesta gourmet que rescata los sabores ancestrales del Istmo en un ambiente colonial.

Sus postres son la joya de la corona, recuerdan esas épocas de esplendor en la que la cocina brillo, donde nacieron los chefs que dirigían las cocinas de los palacios y casas adineradas.

Un panorama influenciado por los fogones de las cortes, donde se elaboraban los platillos con una gran diversidad de ingredientes. Unos verdaderos manjares.

Está la delicia de chocolate con pistaches, en el que ocupan chocolate mexicano orgánico acompañado de helado de vainilla; la tarta de plátano con base con pay de queso y almendras, salsa con chocolate de molienda y plátanos flameados; y la macetita de frutos rojos, un mousse con galletas de chocolate de molienda.

Entrar a Moogoñé es, definitivamente, regresar a la época de suntuosidad del porfiriato, a los grandes salones, las fiestas privadas y exquisitas.

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