Dejó tras de sí su pueblo natal a los 8 años. Un hogar al que regresaría cada uno o dos años en la siguiente década.
Minerva, la quinta de 10 hermanos, fue la elegida para acompañar a su padre, Fortino López García, profesor docente, a su nuevo centro laboral en la parte baja de la zona mixe.
Fiel precursor y preservador de la cultura ancestral de Tamazulápam del Espíritu Santo Mixe, el profesor se había dedicado a investigar y documentar la historia, costumbres y tradiciones de su comunidad.
Le valió su trabajo un reconocimiento nacional. Justo al año fue ascendido y trasferido a las oficinas de la entonces Secretaría de Educación Pública en Oaxaca, por lo que se mudó nuevamente con la pequeña Minerva, ahora de 9 años.
Ella era la encargada de preparar de comer a su papá, con pocos conocimientos sobre el tema, tuvo que aprender sobre la marcha.
“Mi papá nunca ha comido tortillas de máquina. Se las preparaba a mano y en el molino aprendí mucho”, rememoró.
Veía a las señoras que llegaban con sus cubetas, les preguntaba qué iban a preparar, les pedía la receta, “las primeras veces que lo hice no me gustó, poco a poco fue aprendiendo”.
Cuando su papá la llevaba al pueblo aprovechaba para ir a ver a su abuela; de ella aprendió algunos secretos de la comida mixe.
“Nunca vi en la cocina de mi abuela un bote de aceite o manteca”, dice al recordar por qué se dice que los mixes son los jamás conquistados. Al ser una zona de difícil acceso, los europeos no pudieron llevar sus condimentos e ingredientes, por eso, en Tamazulápam mixe conservan la comida prehispánica.
Nos habla del chintextle, una salsa que preparan con chile pasilla mixe y que sirve de base para varios platillos. “Me da tristeza que actualmente se está sustituyendo, casi no se siembra y eso provoca que sea caro. Ahora lo sustituyen con chile de árbol”.
Fiel a sus raíces, prefiere utilizar los frutos, yerbas, hongos e ingredientes auténticos, los de su región.
“Como les dije, llegar a Tamazulápam no era fácil, así que la carne la traían de otros lugares, todos los guisos se hacen con carne seca oreada, los pescados, las vísceras, porque la llevaban del Istmo o de la parte media mixe. Al secarse tienen otro sabor”
Tamazulápam mixe se caracteriza porque ha logrado conservar intactas costumbres y tradiciones prehispánicas. Ritos y rituales que los españoles no lograron erradicar, y que, con el fin de no ser reprimidos, se reproducían a escondidas, por eso es difícil que alguien de esa comunidad comparta sus creencias.
Su papá, Fortino López, ha publicado dos libros sobre el tema. Usos y Costumbres de Tamazulápam Mixe Oaxaca, y Tamazulápam del Espíritu Santo Mixe, Oaxaca, monografía; además de que ha sido uno de los promotores del progreso. Logró que se edificara una secundaria en el lugar y otros beneficios para el pueblo.
La pasión de su papá por Tamazulápam, acompañarlo en sus gestiones y escuchar sobre la historia de su pueblo, la contagió. Se dio cuenta también del valor de la cocina tradicional y sus rituales. “Mi papá me enseñó a amar y respetar al pueblo”.
Precisamente su papá la convenció de que sin maíz no hay país. “El mundo europeo nació bajo el signo del trigo, el mundo asiático bajo el signo del arroz, México bajo el signo el maíz”.
Las plantas orgánicas, esas que utilizan en su pueblo, y que sirven para comer, son las más nutritivas, sanas y curativas. Es alimento sagrado.
Aunque, como cualquier niño, le hubiera gustado estar con su mamá, ahora, a la distancia, sabe que vivir así fue algo positivo. Aprendió, entre otras cosas, a desenvolverse en público. “Mi historia no es como la de la mayoría”.
Cada que volvían al pueblo trataba de aprender. Su mamá le enseñó a preparar el amarillo de chayocamote. Su abuela la llevaba por senderos para saber escoger yerbas y hongos comestibles, la forma de preparar la comida tradicional.
Cuando Minerva comenzó a trabajar, lo hizo en una cocina. Entró al restaurante Cabo Kennedy, “ahí vi por primera vez que una cocinera quemaba los chiles para hacer mole, ella vio mi interés y me metió cada vez más en la preparación de los platillos”
Después trabajó en Quickly, un restaurante de comida rápida en el Andador Turístico, en una plaza en Avenida Independencia, empezó a cocinar para eventos pequeños o en forma particular, como fue el caso de una ejecutiva de Telmex.
Su vena nata por la cocina la llevaba a replicar platillos con sólo probarlos. Es en el 2019 cuando, al leer la convocatoria para el Tercer Encuentro de Cocineras Tradicionales, e impulsada por sus hermanas, decide participar.
Gana el primer lugar Gana el título de maestra cocinera en la categoría platillo ceremonial por el platillo Ma’atsy (machucado) y con eso, el título de maestra cocinera.
Es un platillo que se come en el suelo. Todos los participantes se ponen alrededor. Se realiza el 1 de agosto, que es una etapa de cambio. Se busca espantar el hambre y pedir bondades a la naturaleza.
Su facilidad para desenvolverse, aunado al reconocimiento, la ha llevado a hablar mucho de su pueblo y ahora es inspiración, “antes no veía que mis paisanos estuvieran orgullosos de su pueblo, su comida, su ropa”.
Actualmente trabaja con una agencia turística. Cocina comida tradicional mixe para los visitantes y da cursos de cocina.