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Más que una ofrenda zapoteca, un manjar de dioses | tamal de elote en Guiexhoba

Mi primera experiencia con los tamales de elote istmeños fue precisamente en Juchitán; realizaba una gira de trabajo periodístico ya que, por ese entonces, se construían los cuatro carriles de la carretera de esa zona. Justo el constructor encargado de la obra me invitó a desayunar a su casa.

Su esposa nos sirvió tamales de elote y como complemento queso y crema. La verdad no me imaginaba cómo podía saber esa mezcla que me pareció tan extraña.

El resultado fue sumamente glorioso, esa masa esponjosa, dulce y de consistencia cremosa, bañado de crema y queso fresco, fue realmente fenomenal. ¡Realmente me sorprendió!

Con el tiempo intenté repetir la experiencia, pero no volví a probar nada parecido hasta ahora que asistí al restaurante Guiexhoba, en Tehuantepec, en la Carretera Panamericana, kilómetro 250.5.

Realmente estos tamales de elote merecían una reseña aparte, probarlos fue como saborear un pedacito de Oaxaca en forma de entrada, de platillo principal y hasta de postre.

Esa calidez del tamal, un tributo al maíz, que es el ingrediente icónico de México, cubierto de crema y con el queso que hacen en el Istmo (no hay nada parecido en otras regiones de Oaxaca, un queso delicioso que podrías comerlo a cucharadas), vuelven esta experiencia algo realmente celestial.

Si visitas Tehuantepec o si vives ahí, visita Guiexhoba y prueba esta delicia, que, por su tradición y significado, son nuestra sugerencia del día.

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