Nos invitaron a una clase de cocina, en la que los participantes, además de aprender los secretos del arte culinario, aprovecharon el espacio para relajarse y olvidarse por un momento de sus problemas cotidianos.
Se trata del curso de Cocina para Hombres impartido por los chef Carlos Acevedo y Alejandro Soriano. Serán cuatro sesiones los jueves de este mes de septiembre. El plus de esta reunión, es que tienen barra libre de cerveza, vino y mezcal durante la clase.
Y digo reunión porque eso parecía, una amena convivencia entre amigos que compartían las técnicas para preparar un platillo. En esta primera sesión el objetivo es que aprendieran a preparar la pizza italiana y una pasta.
Conforme iban llegando los asistentes, les entregaron un mandil y les ofrecieron una bebida; en sus lugares estaba un impreso de varias hojas en las que venía detallado, paso a paso, en qué consistía la clase.
Al frente estuvo Carlos, quien antes de comenzar a explicar, les pidió que se lavaran las manos, y efectivamente, casi enseguida todo fue manos a la obra.
No faltaron las bromas y los comentarios de camadería, «ahora sí, sorprenderé a mi amorcito», «con esto sí la vas a conquistar», «¿eres casado?, no habrá mujer que se resista a un guiso preparado por ti».
Carlos comenzó a explicar cómo preparar la masa, lo que dejó atónito por lo menos a tres.
-«¿Elevar la masa?», se preguntó uno de ellos.
– «Es como esponjar», explicó un tercero.
El chef preparó la masa mientras les explicaba el procedimiento; enseguida, a cada uno le fue pasado un bol con los ingredientes y las medidas exactas, así que comenzaron con la preparación, mientras Alejandro supervisaba y resolvía dudas.
Una vez preparada la mezcla, la cubrieron con papel film y reservaron la masa, para esperar que fermentara, en tanto, les enseñaron a preparar la salsa.
El primer paso tal vez fue lo más dificil: cortar cebolla.
Ahí se pudo notar quiénes eran primerizos en la cocina, desde la forma de agarrar el cuchillo y tomar la cebolla.
Ante las inexplicables lágrimas, Alejandro les detalló que se trata de un gas lacrimógeno natural que se libera cuando se corta; incluso ambos chefs les dieron algunos tips para evitar el lloriqueo.
– «Y yo que no le creía a mi mujer… y si es verdad», comentó uno de ellos.
Seguían cortando mientras se limpiaban las lágrimas y debatían el tema.
Al terminar, picaron el ajo y después el tomate. Una vez que vieron la demostración, a guisar la salsa.
– «A mis 54 años es la primera vez que me meto a la cocina», confesó uno de ellos.
Se dividieron en dos grupos, y mientras uno aprendía a preparar la masa para las pizzas, el otro comentaba sobre la clase y disfrutaba de una bebida.La masa preparada empezó a entrar al horno.
– «A esto se le llama masa madre, pueden preparar varias y guardarlas en el refrigerador hasta por cinco días, así, cada que se les antoje una pizza, la sacan, le agregan la salsa y los ingredientes y ¡listo!», explicó un chef.
El tiempo pasó volando y cuando se dieron cuenta ya eran las 9 de la noche.
– «Me tengo que ir, quedé de volver temprano», explicó uno de los asistentes, por lo que adelantaron el proceso para que terminara su pizza.
Al poco rato empezaron a salir las pizzas, margarita y con camarones.
En lo que esperaban su turno, se tomaban fotos, bromeaban y comentaban lo que implicaba cocinar. No podían disimular su orgullo conforme salía su pizza.
Poco a poco comenzaron a despedirse, pizza en mano, sonrisa a flor de piel, satisfacción al descubierto.
La próxima clase, jueves, promete. Esta vez, sushi.
– «Qué mujer no se resiste a un sushi».