El taco es tan mexicano como la Catrina, como el nopal con un enorme sombrero charro, la serpiente emplumada o el chocolate.
Los tacos se conocen desde la época prehispánica. Las tortillas de maíz eran un elemento fundamental de la cocina. Se utilizaban como acompañamiento, incluso, como utensilios para comer.
Encuentras tacos en las casas, en los restaurantes, en las calles. México es una taquería gigante que atesora mil variedades de tacos. Picantes, de carne cocida en parrillas o al carbón.
Cada taquero una receta, un secreto, una tradición y sus salsas. Un talento único, ya sea en la forma de calentar las tortillas, cortar el trompo de pastor, acomodar los tacos dentro de una canasta o hacer brincar la piña y cacharla con una tortilla.
Se come del de aquí y ahora. Se ha convertido en un icono cultural.
Hay de todo tipo, al pastor, de bistec, pollo, chuleta, chorizo, camarón, pescado, pulpo, chapulines, aguacate, queso, de mole, cochinita pibil, carnitas, buche, hongos, barbacoa, cabrito, de canasta y todo lo que puedas imaginar.
Tienen tantas variantes que podríamos comer uno distinto cada día sin aburrirnos. Existen la infinidad de combinaciones de sabores y texturas abrazadas por una tortilla.
Invitar a alguien a “echarse un taco”, es sinónimo de hermandad. Un gesto cómplice, de amigos, lo idóneo tanto para desayunar, comer o cenar.
El guacamole, las salsas (de la que pica y la que no) el limón y todo el ritual para acompañar el taco, es un tema aparte.
Este 31 de marzo se celebra el Día del Taco. La celebración nace un 2007 para reconocer el esfuerzo y la herencia que representa este clásico platillo.
Es el Día del Taco, así que a hacerle honor. Se vale comer los que quieras hasta pecar con la gula.
