El infinito amor a su madre, llevó a la chef Luz Helena Corres Pombo a incursionar en la alta repostería. A su mamá le acababan de diagnosticar una enfermedad y le ordenaron una dieta muy estricta. Sin harinas ni sal, empezó a investigar cómo preparar postres para alérgicos.
La historia de Luz Helena no es como la de otros chef que nacieron y crecieron en medio de los olores y sabores de la cocina, por el contrario, en su casa no cocinaban, se preparaban cosas sencillas y lo demás se compraba camino a casa, después del trabajo.
Hiperactiva y sociable, decide estudiar Gastronomía en la Anáhuac. “La sufrí, tenía la desventaja, con mis compañeros, de que no tenía escuela en casa. Todo lo aprendí de cero”.
Sin embargo, reconoce que la escuela es una base, lo demás se aprende al viajar y sobre todo, al comer y atreverse a probar platillos nuevos.
La joven ha viajado a varios países, como Francia, Italia, España y Colombia, donde ha perfeccionado sus técnicas y conocimiento.
Desde que terminó la carrera comenzó a inscribirse todo el tiempo en cursos relacionados. “Me gustan mucho los vinos pero no hay mucha cultura, también el pan, pero necesitan ser más vistosos, los que se dedican a esto descuidan mucho la presentación”.
“Entré a especializarme en repostería y me di cuenta que me gusta mucho, así que seguí con cursos en el tema”.
Decidió innovar y cambiar la presentación en la repostería. Al inicio, tenía una lista inmensa de postres, pero después se dio cuenta que funciona por necesidad, con cada cliente en particular.
Una conocida le pidió que se encargara de una mesa de postres en una boda y de ahí comenzaron a recomendarla, “sin querer la vida me llevó para allá”.
Ahora sueña con tener su propio local. “Actualmente mis eventos son un plus, sobre todo por la alta calidad de los ingredientes. La mayoría de lo que preparo son mis recetas (…) la repostería es muy exacta”.
Admitió que para mantener la calidad se ha visto en la necesidad de conseguir algunos ingredientes fuera “se me dificulta conseguir en Oaxaca (…) no hay proveedores para empresas medianas, sí es un tema eso de los ingredientes, antes, por ejemplo, la harina de almendra no estaba de moda y era un triunfo comprarla”.
Precisamente uno de los problemas que ha enfrentado, es que el oaxaqueño no viaja, por tanto, le falta atreverse y adentrarse para probar algo más.
Además, por la riqueza gastronómica de Oaxaca, son difíciles de complacer, “definitivamente no los puedes engañar”.
Su empresa, Elena bake&pastry shop, ha crecido paulatinamente. “Me dediqué a esto un tiempo y después viajé (…) ahora poco a poco empieza a resurgir, me han recomendado de boca en boca y se trata de no fallar”.
A los eventos que la invitan lleva sus propios meseros. Se queda hasta el final para recoger.
Además de preparar canapés y postres en diversos eventos, se organiza para dar clases de repostería para niños, los cuales han sido un rotundo éxito.
La chef, quien vive actualmente con su papá y su hermano, luego de la dolorosa muerte de su madre, es la que le da sabor a esa familia. “Incluso cuando vuelvo tarde de trabajar me los encuentro sentados en la sala, esperándome para cenar”, confiesa incrédula de que no coman si no está ella al mando.
Sin embargo, admite que cocinar para los seres que ama es una de las más grandes satisfacciones de la vida.
“Esta profesión hace que te vueltas más pesado, más crítico, pero siempre es con el afán de dar lo mejor”.