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Soy de la época en la que las memelas costaban $1 peso

El camino hacia mi primera memela | La compra maestra

Eran mediados de los años 90 y yo no tenía claro casi nada de la vida. Inflación, economía, sustentabilidad, ahorro, despensa, pff… siendo un niño como muchos más, mis preocupaciones eran pocas: divertirme, jugar, comer si tenía hambre y hacer una que otra tarea para que mi madre y mi abuela no me regañaran, eran algunas de las cosas que me preocupaban. En fin.

Así llegó el momento: Entrar a la primaria.
Recuerdo que tenía muchas expectativas, como la de conocer nuevos amigos, jugar la reta de futbol en el recreo y alguna que otra cosa vana característica de la edad. Me interesaba en ese momento mucho el futbol, a tal grado que en mis primeros recreos preferí dejar el «lunch» de mi mamá para jugar todos los 30 minutos que teníamos. ¡Si!, yo también quería ser futbolista.

Con los días descubrí que en otro lado de la primaria se reunía una gran multitud de niños para comprar golosinas y comida, la famosa cooperativa de la escuela. Como a mí me mandaban comida no tuve mucho interés en saber qué había y de qué se trataba.

Pero llegó un día, un día en el que mi vida cambió para siempre. A mi madre se le hizo tarde (se nos hizo) y antes de salir a la calle, me miró y me dio $5 pesos, me dijo que con eso sería suficiente para que me comprara algo de comer y algo de tomar, que incluso me sobraría dinero. No le tomé importancia.

Llegó el recreo y por primera vez preferí enfocarme en mi comida antes que tratar de igualar al majestuoso Gustavo Nápoles, delantero matador de esa época de mis Chivas del Guadalajara.

Fue entonces que conocí realmente la cooperativa de la escuela, en ella había muchas cosas para elegir. Tostadas, tortas, tlayudas, tacos dorados, ensaladas de frutas, fruta con chile, una infinidad de golosinas, refrescos, ¡hasta pizza!.

De todo lo que vi, lo que se me antojó fueron unas memelas con queso. Entonces pedí dos, cada una costaba $1 peso, para así ser $2, más $1.50 del refresco daba un total de $3.50 pesos.

Mi madre tenía razón, me sobraría dinero. Pero no por mucho tiempo, en ese momento también descubrí que no sería bueno para mis finanzas ni para ahorrar. 

Como sea fue mi primer desayuno “autogestionado”  y una experiencia que marcaría mi vida  con este peculiar antojito oaxaqueño.

El tiempo pasó y fui testigo de cómo la memela fue subiendo de precio gradualmente, de 1 a 2 pesos, a 2.50, a 3… y así consecutivamente.

Cumplí 18 años y meses más tarde emprendí una aventura fuera de México para estudiar Gastronomía, estando lejos añoré muchas cosas, pero mi antojo más recurrente fueron las memelas y tlayudas, cientos de veces imaginé poder comerme unas.

El reencuentro memelero y el descubrimiento de las memelas de $ 5 pesos

Después de estar varios años fuera del país, decidí volver al lugar que me vio nacer y de inmediato busqué comer memelas.

El sabor era el mismo, pero el precio me parecía sumamente elevado.

Con los meses surgió Leche con Tuna y este proyecto me ha permitido comer memelas en diferentes lugares; sin embargo, para mí son mejores mientras más callejeras sean.

Puedo considerarme uno de los mayores catadores de memelas de toda la ciudad de Oaxaca.

Estando en Aztompa un día descubrí un lugar donde hacen tortillas a mano, a la leña y al comal, como debe ser, como en cada pueblito de Oaxaca.

 No le tomé mayor importancia hasta que unos días más tarde al caminar por ahí vi cómo un taxista colectivero pedía una orden de memelas, entonces sí presté atención y lo consideré.

Un día sin saber qué desayunar recordé este lugar. Decidí ir a probar el sabor de una memela a la leña, llegué y la señora no se anduvo con rodeos:

¿De queso o de quesillo? ¿Con o sin frijol? ¿Con o sin aciento? ¿Con o sin salsa?

Sencillo. Para las memelas no hay más: Maíz, aciento, frijoles refritos bien sazonados, queso o quesillo y una buena salsa al molcajete. Todos los ingredientes extras están de más.

Pedi 3. Delicioso. Sin ninguna ciencia, al comal y a la leña, De queso, con aciento, frijol y salsa.

La sorpresa me la llevé cuando pedí la cuenta… ¡$15 pesos!.

A partir de ese momento me volví cliente, fan y amigo, recomendé y llevé a toda la gente que pude cada que se presentó la oportunidad.

Llevé a otros amigos memeleros y vi como se atascaron de memelas, pues una más que más da, si tan sólo cuestan $5 pesos.

¿Hasta cuánto has pagado por una orden de memelas?

Una vez que conocí este lugar me volví un crítico de todos aquellos establecimientos y restaurantes donde he visto una orden de memelas (3) en 80, 90, 100 y hasta 120 pesos!

Me pregunto ¿Qué tendrán? ¿Será qué ellos mismos cosechan su maíz y siembran su frijol? ¿Será que es queso de casa?  ¿Será que el asiento es de alguna tipo de cerdo creado en Nueva Zelanda y estamos pagando por todos los impuestos?

No lo sé,  pero realmente hay lugares donde es excesivo lo que se cobra por tan solo una rica y sencilla orden de memelitas.

¿Hasta cuánto esta uno dispuesto a pagar? 

El tiempo no volverá y la inflación seguirá aumentando con el paso de los años, eso es seguro, más en México.

 Pasarán los años y seguiremos recordando con nostalgia aquellos tiempos donde con 5 pesos comíamos hasta 5 memelas.

Recordaremos esos tiempos donde se te cobraba lo justo por comer y por los alimentos que comíamos, porque maíz, frijol, salsa y queso siempre hemos tenido.

Ni hablar de la calidad de los alimentos ni de la pasión por cocinar de nuestras cocineras oaxaqueñas.

En la industria de los alimentos la realidad cada día es más entristecedora y qué padre que Oaxaca hoy sea súper hipster y que cada día abran más y más restaurantes muy contemporáneos.

¡Enhorabuena!

Sólo un mensaje para aquellas personas que destinan los precios a los alimentos de sus establecimientos, ¡no se manchen!  

Y sí, en este lugar quizá no pagan renta, ni tienen todos esos gastos con los que vive un restaurantero, pero más allá de las condiciones físicas y de infraestructura del lugar, la nobleza está en esas mujeres que elaboran tortillas, memelas, y demás productos regionales porque lo hacen como un medio para subsistir, sin ambición, sin querer sacar provecho.

Porque también es un oficio el hacer tortillas, el hacer memelas, el preparar tacos blandos de guisado, empanadas. Y en todo oficio la dignidad está primero.

Por y para las memelas de $5 pesos y para todas esas señoras que todos los días trabajan arduamente ante un comal. ¡Gracias!

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