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El chocolate que acompaña la vida

Yolanda Peach | Leche con tuna

En el primer Congreso de Cocina Tradicional Oaxaqueña, el aroma del cacao trajo consigo un trozo de memoria. Óscar Chávez Pombo, representante de Chocolate La Soledad y tercera generación de chocolateros, abrió su ponencia recordando una verdad sencilla y contundente: “Es lo que se da cuando naces y cuando mueres”.

Con esa frase marcó el tono de una intervención que recorrió casi un siglo de historia familiar y comunitaria, donde el chocolate es un eje cultural que acompaña cada transición importante de la vida oaxaqueña.

Chávez Pombo narró que su historia comienza en 1930, cuando sus abuelos, Enrique Pombo y Alicia, atendían un molino de nixtamal donde, además del maíz, se molía cacao.

En esa época, quienes llevaban el cacao regresaban a casa para agregar el azúcar y otras especias. El proceso cambió cuando su abuelo adaptó el molino para añadir azúcar, almendra, canela o vainilla, creando una mezcla homogénea que definió la identidad del chocolate oaxaqueño.

El molino, explicó, fue durante décadas un punto de encuentro social. “¿Ya fuiste al molino?” funcionaba como una invitación a la convivencia, al intercambio cotidiano que reforzaba vínculos.

Con más de 40 años en la industria, Chávez Pombo recordó que el cacao ocupó un lugar central en el México prehispánico: alimento, bebida ceremonial y hasta moneda.

Durante años, su preparación se realizaba en el metate, calentado para lograr la textura buscada. Los molinos llegaron después y permitieron sumar ingredientes como cacahuate, almendra o incluso galletas para nuevas texturas y sabores.

Actualmente, Chocolates La Soledad —dirigido por él y sus hermanos— ha apostado por experimentar con ingredientes oaxaqueños para crear líneas “gourmet” que incorporan chile, cardamomo o jengibre, sin perder la base artesanal que distingue al chocolate tradicional.

Chávez Pombo subrayó que el chocolate es una presencia indispensable en las fiestas principales del estado. Es la bebida recomendada para la mujer que acaba de dar a luz, y también la que se comparte durante el velorio de un ser querido. En otras palabras, el chocolate está presente en los ritos que abren y cierran el ciclo de la vida.

Su ponencia recordó que la vigencia del chocolate artesanal no es obra del azar. Se sostiene porque las familias que lo elaboran han decidido preservarlo, adaptarlo y transmitirlo. Y porque, en Oaxaca, el cacao sigue siendo un símbolo de identidad que se comparte en cada celebración, en cada duelo y en cada mesa.

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