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Sabores cálidos en Café Sarazón

Daniela Chao | Leche con tuna

Decidí escapar de la rutina y buscar un lugar que prometiera. Además de buena comida, un ambiente acogedor. Así fue como llegué a Café Sarazón, un rincón encantador a solo 50 metros de la carretera a Puerto Ángel, en el municipio de Ánimas Trujano.

Desde el momento en que crucé la entrada, me recibió una mezcla de aromas irresistibles: el perfume del pan artesanal recién horneado y el toque ahumado de las hamburguesas en la parrilla.

Platiqué con el dueño, quien me contó un poco del concepto del lugar. “Aquí ofrecemos un ambiente familiar, rodeado de naturaleza, con un acuario que puedes visitar mientras disfrutas de la mejor comida de la región”, me dijo.

Me acomodé en una mesa con vista al acuario, donde los peces nadaban casi como si bailaran, como si ellos fueran parte de esta experiencia culinaria.

La carta tiene opciones para pasar momentos agradables, hamburguesas, desde la clásica, la hawaiana y la de pollo crispy. Decidí empezar con una hamburguesa crispy, acompañada de papas gajo con queso y tocino.

Cuando llegó el plato, la hamburguesa lucía jugosa, con el pan dorado y crujiente. La carne, cocinada a la perfección, se complementaba con ingredientes frescos, mientras que las papas, crujientes por fuera y suaves por dentro, me hicieron recordar la felicidad simple de la comida realizada con esmero.

Tampoco me resistí a unas alitas con salsa macha. Tienen también con salsa BBQ, Hunt wings o mango habanero.

No podía dejar de lado un frappé de oreo, que, aunque al inició pensé que sería muy empalagoso, fue un acierto total.

De tomar puedes elegir entre cafés expresso, americano, latte, capuchino, moka, chocolate o affogato, frappés de moka, chocolate, fresa, plátano caramelo, frambuesa o Baileys, malteadas de oreo, fresa, vainilla, chocolate, frambuesa o chocomilk, chamoyadas de mango, tamarindo o limón, naranjada, agua de frutas frescas, cervezas, mezcalinas y mezcales.

Para el postre estaba indecisa, se me antojaba un cheesecake o un brownie de chocolate oaxaqueño que sirven con helado de vainilla, pero finalmente opté por los wafles con frutos rojos que acompañé con un capuchino. Cada sorbo, un abrazo cálido. Era el final perfecto para esta aventura.

Antes de irme, no pude evitar observar a las familias disfrutar de su tiempo aquí, reir y compartiendo platos. Café Sarazón es un lugar donde cada día se escriben anécdotas nuevas, donde la comida se convierte en un pretexto para disfrutar de la compañía.

Mientras me despido, recuerdo lo que significa comer bien: disfrutar de los sabores locales en un entorno que invita a relajarse y ser feliz. Sin duda, volveré a Café Sarazón, porque hay mucho más por descubrir en su menú, y estoy deseosa por probarlo todo.

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