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Bajo el signo del agave

Alma Verde, en Zopolite, es el refugio de mezcal, música y buena vibra

Daniela Chao | Leche con tuna

El ambiente de Alma Verde me envuelve desde que crucé sus puertas. La luz tenue y cálida, el murmullo de las conversaciones y el suave ritmo de la música, crea una atmósfera asombrosa.

Este rincón de Zipolite se convierte en un refugio donde el mezcal fluía y la buena vibra llena el aire. Se ubica en la esquina de Ocotillo y avenida Roca Blanca.

Platico con Édgar Velazco Rodríguez, el creador de este atractivo rincón, que muy pronto cumple dos años. Sonríe mientras sirve un trago de espadín, su especialidad. “La apertura es un sueño hecho realidad, y cada día me sorprendo de lo que hemos construido aquí”, confiesa.

Édgar es un hombre de raíces profundas. Originario de Pochutla, pertenece a la tercera generación de maestros mezcaleros de San Luis del Río Tlacolula. Con orgullo, habla de la herencia que lleva en sus venas: “La tradición del mezcal no es solo un trabajo, es un arte. Cada agave tiene sus memorias, y yo me esfuerzo por contar la nuestra a través de cada botella”.

La diversidad de su oferta es impresionante. “Alma Verde es la primera mezcalería que ofrece una gama tan amplia. Desde el espadín hasta el Karwinskii y el tepestate, cada destilado tiene su propia personalidad”, explica. “Utilizamos dos destilaciones para asegurar la pureza y calidad de nuestros mezcales”

Mientras degusto un mezcal de 40 grados, Édgar me cuenta sobre su reciente cambio en el menú. “Decidimos innovar y ofrecer comida al estilo baja, con ingredientes locales. Nuestros tacos de camarón y pescado son un éxito. La combinación del mezcal con la gastronomía de la región es algo que todos deberían experimentar”, dice con orgullo.

Alma Verde es un lugar de encuentro. De miércoles a domingo, la música en vivo se apodera del ambiente. El ritmo de la guitarra y las voces llenan cada rincón hasta la madrugada, “y si eres amante de la fiesta, somos el único lugar que cierra hasta las 3 de la mañana”, añade.

A medida que la noche se adentra, el lugar se llena de risas y conversaciones animadas. “El martes, traemos DJs para mantener la energía alta, pero los lunes necesitamos un descanso. Es un día para recargar energías”, bromea.

En ese momento, una pareja se acerca para preguntar sobre el servicio a domicilio y la venta a granel. “Sí, ofrecemos servicio a domicilio y puedes comprar a granel. La botella de espadín cuesta solo 500 pesos”, responde Édgar, siempre dispuesto a compartir su conocimiento sobre el mezcal.

A medida que la conversación avanza, me doy cuenta de que Alma Verde es el lugar para celebrar la vida, la música y, por supuesto, el mezcal. Al despedirme de Édgar, siento que me llevo un poco de esa chispa, esa energía vibrante que él ha cultivado en cada rincón de su mezcalería.

Camino de regreso por las calles de Zipolite, con el eco de las risas y la música resonando en mis oídos.

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