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Armonía y salud en el equinoccio en la Villa de Mitla

♦ Yolanda Peach | Leche con tuna

Una de las teorías más aceptadas sobre nuestros ancestros, asevera que los antiguos rituales del equinoccio de primavera se realizaban en lo alto de las pirámides. Se reunían en este sitio para estar más cerca del cielo.

Un rito sagrado que se conserva en San Pablo Villa de Mitla sólo con la presencia de las autoridades para evitar el deterioro de este sitio arqueológico.

A este rito ceremonial precedió una calenda, en la que, mujeres ataviadas con la vestimenta típica de la región, bailaron y recorrieron las principales calles de la población acompañadas de la banda de música.

En esta ceremonia, los huehuetes ofrendaron mazorcas, granos de maíz, frijol y otros frutos de la tierra, así como mezcal.

En cada punto cardinal tocaron el caracol y se ahumó con incienso, al tiempo de dar las gracias por las bondades recibidas.

“Gracias señor de nuestros antepasados, cuando la piedra se ha mojado y tú gran señor Sol calientas la tierra donde sembraremos la semilla, la semilla que nos alimenta y que alimenta también a los animales, gran señor del viento de la lluvia de las nubes, no nos abandones, siempre camina con nosotros”.

Oraciones en las que se dejó por sentado lo finito de nuestra existencia, de que, así como transcurre un día y se acaba, así es la vida de todo ser viviente.

“Ahora mismo que el sol alcanza el punto más alto en el universo, ahora mismo toda la fuerza, ahora que las campanas suenan, en un momento iniciarás tu descenso, señor Sol, al igual nosotros, lentamente, pasará también nuestro día”.

Se habló de cada una de las bondades de los elementos, de la tierra que da los frutos con los que nos alimentamos, del agua, que es dador de vida, del sol y el fuego que permiten la existencia y del aire, que permite el aliento de vida.

“Señor Sol, caerán acá cuando se ocupen o en las grandes aguas de los mares, señor Sol, solamente tú conoces tu camino, también nosotros señor Sol, gracias por haber pasado con nosotros el día y al igual que tú, al igual nosotros descansaremos en el anochecer, danos tu fuerza para que al amanecer volvamos a trabajar contigo señor Sol”.

No olvidaron invocar a la Muerte, como un personaje que permite la existencia en un ciclo que nunca termina. “Señor de la Muerte tú no eres el final, nuestros antepasados, nuestra gente antigua nos hablaron de cuando nosotros regresamos de nuevo a la tierra que nos dio sustento, también la alimentamos. Nos diste vida y nos diste alimento, volteamos hacia las nuevas generaciones para que a través de la muerte ellos queden y continúen en la tierra”.

Se terminó con una plegaria para agradecer: “Gracias señores de la tierra. Señor Sol, dónde estaríamos nosotros si hoy no existieras. Agua, dónde estaríamos nosotros si hoy desaparecieras. Atardecer, dónde estaríamos nosotros si un atardecer no cayera. Señor de la Muerte, dónde estaríamos nosotros si no nos renováramos para regresar de nuevo a la tierra para que nuestros hijos nuestros nietos puedan vivir y sean la gente nueva que d pueble la tierra. Gracias, gracias a todo”,

El ritual que era dictado en zapoteca, se traducía de inmediato al castellano y, al terminar, uno de los huehuetes habló con la autoridad para indicarles que se trata de una fecha de renovación, “si han cometido errores es ahora cuando se debe renovar su política, vivir en equilibrio, armonía y agradecidos siempre”.

La fiesta continuó. La banda de música siguió, pobladores y turistas bailaron en las calles para celebrar el inicio de la primavera.

A pocos pasos de ahí, se instaló una plaza, en la que mujeres que dominan la medicina tradicional y la herbolaria, daban remedios, limpias y sanaciones.

Un sinfín de artículos para curar, de manera natural, dolencias que van desde dolores menstruales, malestar estomacal, hemorroides hasta afecciones de garganta, del riñón o cáncer.

Productos naturales para revitalizar el cabello, jabones para el cuidado de la piel, cremas y cosméticos.

Cocineras tradicionales llevaron empanadas, tlayudas, tacos dorados, y quesadillas.

Nieves artesanales de leche quemada, tuna, sorbete, limón, frutas y otros sabores, así como dulces tradicionales.

Una de las mujeres otorgó una plática sobre la importancia de la medicina tradicional, el utilizar remedios procedentes de plantas o fuentes minerales, técnicas manuales o ejercicios para obtener el bienestar.

Algunos de los asistentes, aprovecharon para pedir consulta pública sobre sus dolencias.

Un encuentro en la Villa de Mitla en el que se reflexionó sobre la importancia de preservar la sabiduría de antaño para vivir en armonía y sanar el cuerpo, la mente y el alma.

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