Una boda tradicional, gastronomía de Tlacolula por la maestra cocinera Catalina Lucas, música de Fernanda Ortega con el trío Arpegio y buen mezcal en esta Lunada XIX
♦ Yolanda Peach | Leche con tuna
El amor vibró en esta lunada XIX en A Medios Chiles. Simbolismos y rituales que la hicieron mágica e inolvidable.
Esta luna llena de julio, la primera de verano, se caracteriza por ser la más grande y brillante del año, simboliza totalidad, plenitud, fuerza y poder espiritual.
A Medios Chiles eligió la fiesta grande del Valle de Oaxaca, la de Tlacolula de Matamoros. Se engalanó el lugar con los adornos típicos de la región y la entrada estuvo alumbrada con los faroles de celofán de colores.
Al llegar la luna llena, los labradores saben que el maguey está listo para ser procesado. Días antes, se cortó el corazón de la planta.
La empresa familiar del mezcal A Medios Chiles es sustentable. Tiene sembradíos de maguey en San Pablo Huixtepec y en el Istmo. Es la tercera ocasión que utilizan el maguey de su propia cosecha. Esta vez fueron 10 toneladas de madre cuishe y espadín.
Es un palenque oaxaqueño de mezcal artesanal que sabe de la importancia de los ciclos lunares, cortan el maguey días antes de luna llena, “un poquito este conocimiento ancestral sustentado en estudios científicos, demuestran que, en efecto, el maguey es mejor cortarlo los días previos, porque es cuando más se concentra en el corazón o en la piña para producir un poco más”.
Pretenden lograr un mezcal de buena calidad, apto para todo el público, “nos certificamos y les ofrecemos una bebida de la mejor calidad”.
En la cocina, la maestra cocinera Catalina Chávez Lucas fue la invitada esta noche; en la música, Fernanda Ortega, acompañada con el trío Arpegio. Se recibió a los asistentes con un coctel de mezcal servido en una copa de barro.
Esta velada fue elegida por Timothy A. Wise y Claire White para celebrar su boda. Recién se casaron por lo civil en Bostón y eligieron Oaxaca para una ceremonia tradicional.
Una boda de mezcal. Se casaron en un rito tradicional, donde se les rodeó de energías positivas, flores, luces y mezcal para desearles un amor eterno. Muy emotivo.
Al salir la luna inició el ritual del maguey, se enterró en un horno cónico de tierra. Algunos de los asistentes participaron, como Timothy que no podía disimular la felicidad de haberse casado, “me dejaron cosechar la piña y participar en muchos procesos”.
El mezcal se produce de manera artesanal, con la molienda en tahona y fermentada al natural en tinas de madera, con doble destilación y a temperatura controlada, para buscar la mayor expresión de la paleta de aromas y sabores.
Se esperan, en esta ocasión, 800 litros de este elixir tan preciado. Al pasar a la mesa los anfitriones presentaron a la cantante Fernanda Ortega y a la cocinera tradicional Catalina Chávez Lucas, quien explicó su menú, un verdadero arte en la cocina.
“Es un honor trascender mi comida en Tlacolula, cocino desde los 8 años y desde entonces he dado a conocer lo que es Tlacolula. Soy Catalina Lucas en honor a mi madre y esta noche me enorgullece que conozcan mis platillos, porque les doy todo lo que sé”.
“No me quieras tanto”, del trío Los Panchos, fue el elegido para arrancar la velada, música en honor a los novios. “Tus besos se llegaron a recrear
Aquí en mi boca, lenando de ilusión y de pasión mi vida loca. Las horas más felices de mi amor, fueron contigo, por eso es que mi alma siempre extraña, el dulce alivio. Te puedo yo jurar ante un altar, mi amor sincero…”
La entrada fue una empanada de carne ahumada con leña de encino. Llevaba cebolla morada encurtida y queso fresco.
Los meseros ofrecían bebidas, desde refrescos hasta cerveza, y, por supuesto, mezcal.
Siguió un tamal de chichilo, ese mole de duelo que caracteriza a Tlacolula. Un platillo del que se dice, adquiere el sabor de la mujer que lo cocina, por lo general amargo, ya que suele prepararse por la muerte de un ser querido. En esta ocasión realmente exquisito.
El tercer tiempo un mole de autor. Chilhuacle rojo, chile tabiche, chile costeño, maracuyá, piña, plátano macho, manzana criolla y mezcal espadín, un mole que busca conjugar lo más representativo de las ocho regiones de Oaxaca que se acompaña con camarones. Se degustó con mezcal espadín.
Catalina explicó que lo creó para un concurso en Rosarito, “me llevó días elaborarlo, utilizar ingredientes que representaran a cada región, las primera pruebas acabaron en el caño hasta que vi el mezcal espadín, así que este mole no lo probarán en ningún otro lugar”.
Enseguida se sirvió una ensalada con manzana, uva, fresa, kiwi, col, lechuga y nuez.
Al tomar la palabra la maestra cocinera, explicó el platillo principal: “En cada boda hay un gran mole ¡Muchas felicidades para los novios!” dijo al señalar que le pidieron un guiso especial para esta ocasión.
Se sirvió mole negro con pulpo. Un mole, que, preparado por Catalina, se disfruta hasta a cucharadas, porque logra un sabor auténtico y delicioso.
El elegido para el maridaje, fue un mezcal de maguey cuishe.
El postre, un nicuatole de tres leches maridado con mezcal destilado con cedrón. “En Tlacolula se elige un buen nicuatole, que preparé con un toque de leche quemada y polvo de galleta. Les traigo un pedacito de lo que son mis manos con mucho cariño para ustedes”.
Los asistentes disfrutaron una boda con muchos simbolismos, con tradiciones de Valle de Oaxaca.
Se bailó “a la víbora de la mar”, la novia tiró el ramo que pelearon las jóvenes solteras, al novio lo cargaron en la marcha fúnebre, las madrinas llevaban canastas de dulces para la regada, el baile no paraba ni las copas de mezcal.
Una lunada realmente inolvidable, con música emotiva, exquisita cocina y un buen mezcal. Grande la fiesta, grande a Medios chiles y su mezcal artesanal, grande Tlacolula, su cocina y sus tradiciones y grande la luna llena.
