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Gallos, caballos y fervor: el festejo patrio en Quiechapa

♦ Yolanda Peach | Leche con tuna

En las altas montañas de la Sierra Sur, San Pedro Mártir Quiechapa se convierte cada septiembre en un portal al pasado, donde la Independencia de México se celebra como en los tiempos de Don Porfirio Díaz.

Este rincón de Oaxaca mantiene viva una tradición que mezcla fervor patrio con antiguas leyendas, una celebración que trasciende el tiempo y que, cada año, atrae a sus habitantes y visitantes a revivir una historia que es tanto local como nacional.

Quiechapa, cuyo nombre zapoteca significa “mujer de piedra”, es un lugar lleno de historia y de leyendas. Una de las más antiguas narra el origen de su manantial, conocido como el Ojo de Agua.

La leyenda habla de una princesa chatina, secuestrada por un rey chontal, que fue convertida en piedra. De su petrificada figura brotaron lágrimas, dando origen al manantial que hoy es un sitio sagrado de veneración, donde peregrinos de comunidades lejanas llegan para dejar ofrendas y pedir favores.

Este lugar emblemático es parte esencial de la identidad del pueblo, y durante las celebraciones patrias, el espíritu de la Mujer de Piedra parece infundir un aire místico a las festividades.

Una de las participaciones más emblemáticas es la de los cuerudos, conocidos como los caballeros. Estos hombres, herederos de los soldados más valientes de Porfirio Díaz en la Batalla de la Carbonera, siguen desempeñando un papel central en las celebraciones.

Este año, Karla Pérez Martínez fue nombrada presidenta de los festejos patrios, mientras que don Saúl y don Florentino asumieron el cargo de presidente de los caballeros, los guardianes de esta tradición.

Desde el 15 en la noche la casa de la familia de la presidenta de los festejos se transforma en un punto de reunión clave, alistándose para recibir a los pobladores y visitantes. Comienzan a alistar con los adornos, las mesas, los cartones de cerveza, el mezcal y todo lo que se va a ocupar para esta celebración.

En tanto, la explanada municipal se convierte en el escenario principal, donde se lleva a cabo el acto cívico que da inicio a las celebraciones. En este evento, destaca la figura de la señorita América, quien es elegida para representar el espíritu patriótico del pueblo.

Minutos después de la ceremonia cívica, las autoridades municipales toman el micrófono para dar el tradicional Grito de Independencia, marcando oficialmente el arranque de la gran festividad que envuelve al pueblo en un ambiente de historia, orgullo y tradición.

El 16 de septiembre, desde muy temprano, las cocineras tradicionales se dan cita en la casa de la presidenta de los festejos para preparar un desayuno que se servirá a los voluntarios que colaboran en la organización de los eventos.

Una vez servido el desayuno, las cocineras comienzan a alistar el almuerzo que más tarde se ofrecerá a los asistentes. Mientras tanto, las calles del pueblo se llenan de color y vida con el tradicional desfile.

Es en este evento donde la señorita América vuelve a destacar, deteniéndose en diversos puntos del recorrido para entonar el Himno Nacional, marcando un ritmo solemne y patriótico que conecta a los espectadores con el acto conmemorativo.

Cada pausa para entonar el Himno es recibida con respeto y emoción, guiando a todos hasta la explanada principal, donde se lleva a cabo el acto cívico central para honrar la Independencia de México.

Tras el acto cívico, la celebración se traslada nuevamente a la casa de la presidenta de los festejos. En este lugar, autoridades municipales, vecinos y visitantes disfrutan de un almuerzo que incluye bistec a la mexicana, arroz, cerveza y mezcal, creando un ambiente festivo que une a la comunidad en torno a la mesa y las tradiciones culinarias de la región.

La familia anfitriona se asegura de que cada invitado sea atendido como se merece, y, además, se entregan mezcaleritos como recuerdos de la celebración. Los niños reciben dulces, mientras la música y el baile animan el ambiente.

Los caballeros, vestidos con sus mejores atuendos, montan a caballo y se dirigen al paraje Los Fresnos, al igual que los pobladores, donde las emocionantes carreras de caballos y el juego de las argollas son el centro de atención.

Este antiguo juego pone a prueba la destreza de los jinetes, quienes, a toda velocidad, deben insertar un carrizo en las argollas colgadas de un mecate.

Las madrinas, seleccionadas con anterioridad por la presidenta, entregan premios a los ganadores, desde camisas y gorras, hasta botellas de mezcal y dinero en efectivo. Los mejores premios, deben ser lo que donó la presidenta de los festejos.

Conforme los caballeros victoriosos logran insertar la argolla, lo llevan ante la presidenta, donde les entregan una banda y les dan el obsequio que ganaron, éstos, en señal de respeto, se arrodillan ante la Virgen y brindan con mezcal.

La jornada no termina con el acto cívico y el almuerzo. Después de las actividades del 16 de septiembre, todos se dirigen a la casa de la señorita América.

Es en este lugar donde la presidenta de las fiestas, el presidente de los caballeros y las autoridades municipales se reúnen para agradecer de manera formal a la familia de la señorita América, al reconocer la importancia de su participación en la festividad. La joven es honrada no solo como figura central de los eventos, sino también como símbolo del orgullo y la tradición del pueblo.

El agradecimiento no es un simple gesto protocolario; en Quiechapa, el rol de la señorita América está profundamente valorado por todos los habitantes, ya que encarna los valores que mantienen viva la conmemoración de la Independencia.

Durante este acto, las autoridades y los caballeros disfrutan de una comida preparada con esmero por la familia de la joven, un gesto que refuerza el lazo comunitario y el respeto mutuo que sostiene estas tradiciones.

Pero en San Pedro Mártir Quiechapa, un solo día de celebración nunca es suficiente. Así que, el 17 de septiembre, la fiesta continúa.

Desde la mañana , las cocineras tradicionales regresan a la casa de la presidenta de los festejos para organizar otro gran banquete. Este día es particularmente especial porque las familias y amigos de la presidenta traen consigo su Guelaguetza, una tradición de reciprocidad y colaboración comunitaria.

A través de la Guelaguetza, los invitados contribuyen con alimentos, como tortillas hechas a mano, ingredientes, bebidas o con su ayuda directa en las tareas necesarias para la organización del festín. Es un símbolo de unión y compromiso, donde cada aporte refuerza la importancia del trabajo colectivo en la comunidad.

Con el desayuno servido, la emoción de la celebración se reaviva con las esperadas carreras de caballos. Los caballeros, que han sido una pieza fundamental en las festividades, participan en el concurso de argolla, una prueba de destreza que involucra a competidores de todas las edades, desde los más jóvenes hasta los veteranos.

Durante estas competencias, la camaradería y el espíritu deportivo son evidentes, ya que los participantes muestran sus habilidades con orgullo, mientras las madrinas y la presidenta de los festejos entregan los premios a los ganadores.

Estos premios son donados por las madrinas, mientras que la presidenta de los festejos ofrece los regalos más significativos como muestra de agradecimiento por el esfuerzo y la participación de los caballeros.

El ritual del gallo toma un lugar central en las festividades, un homenaje vivo a las antiguas tradiciones del pueblo. En épocas pasadas, estos gallos eran sacrificados en rituales para honrar a los dioses, una práctica que evolucionó con el tiempo pero que aún conserva parte de su esencia.

Hoy en día, las familias y personas del pueblo donan gallos a los caballeros, quienes, junto a las madrinas y otros miembros de la comunidad, participan en el simbólico baile del gallo.

Este baile, lleno de alegría y significado, representa la unión, la fortaleza y la cooperación entre las familias del pueblo, quienes mantienen viva la tradición a través de generaciones.

Los gallos, que anteriormente cumplían un rol en los rituales sagrados, ahora son protagonistas tanto en el baile como en la cena ofrecida por los caballeros. Después de las competencias, y una vez terminado el baile, los gallos son llevados a la casa del presidente de los caballeros, donde se prepara el tradicional caldo de gallo, que será compartido como parte del banquete final.

Sin embargo, antes de llegar a esta cena, hay otra parada en la celebración. Todos los participantes se reúnen en la casa de la presidenta de los festejos, donde la comunidad se une para agradecer a las autoridades y organizadores por su esfuerzo y dedicación.

En este punto, la presidenta de los festejos, junto con su familia, obsequia a los asistentes dulces típicos y regalos utilitarios, reafirmando el sentido de reciprocidad que caracteriza a estas festividades.

Además, se ofrece un banquete que incluye pozole, tostadas con pasta de frijol, guacamole, salsa, verduritas, café de olla, cerveza y mezcal, una comida que combina sabores tradicionales y muestra la generosidad de la familia anfitriona.

El ambiente festivo se enciende aún más con música y baile, mientras los asistentes disfrutan de este festín en un entorno de camaradería y alegría.

Finalmente, la fiesta se traslada a la casa del presidente de los caballeros, donde se degusta el caldo de gallo, un platillo que simboliza el cierre de las festividades.

Este caldo, preparado con los gallos que fueron donados, es un homenaje a las tradiciones antiguas, una mezcla perfecta de lo ancestral con lo moderno, y marca el final de una celebración que, año tras año, sigue honrando el pasado y celebrando el presente con el mismo fervor y orgullo.

San Pedro Mártir Quiechapa es un lugar donde la Independencia de México no solo se recuerda, sino que se vive con el alma. Aquí, las tradiciones se entrelazan con el presente, y cada año, el pueblo revive la historia de manera única, con el mismo fervor que inspiró a sus antepasados.

Una celebración que no solo honra la memoria de un pueblo, sino que refuerza su identidad y fortalece sus lazos comunitarios, haciendo de Quiechapa un referente vivo de la historia y el orgullo mexicano.

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