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Wicho’s Donuts House, una historia de añoranza y tenacidad

Recuerdos de infancia, anhelos de adolescencia y trabajo perseverante llevaron a dos hermanos migrantes que volvieron a Tlacolula, a hacer su sueño realidad

Yolanda Peach | Leche con tuna

Es innegable que los recuerdos más felices de la niñez, siempre van asociados a la cocina.

Ese platillo que nos guisaba mamá con tanto cariño, o el postre que nos convidaba abuelita, y, si estás lejos de casa, esos sabores que añoras te llevan a tu tierra.

Por ejemplo, en Norteamérica las donas les traen recuerdos entrañables.

Si bien está documentado que su origen se remonta a los siglos XVIII y XIX. Colonos holandeses que desembarcaron en Nueva Amsterdam (la actual Manhattan) llevaron la receta de los olykoeks (pan aceitoso), típicos de los Países Bajos y consumidos en las celebraciones navideñas.

Este bocadillo dulce cambió. Al inicio eran un bollo redondo, pero no se cocinaban de adentro, así que decidieron ahuecarlo, con el tiempo cambió su nombre a Doughnut (pan de nuez) que sonaba mejor que pan aceitoso; pronto, el postre se hizo popular.

En la Primera Guerra Mundial, un médico estadounidense llevó cajas de donas a los soldados heridos para alegrarlos. Un teniente, conmovido por el gesto, organizó una colecta para que se continuara la labor.

Después, un grupo de voluntarias comenzó a regalar las donas y se les llamaba “Donut Dollies”.

Como postre, desayuno o simple antojo, aumentó la popularidad de las donas en todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos, donde incluso, las venden las 24 horas.

En la década de 1940, los locales de venta de donas eran los únicos abiertos, por lo que, los policías del turno vespertino solían comprar rosquillas regularmente, y es por eso que se les relaciona.

A Feliciano Morales Mendoza, copropietario de Wicho’s Donuts House , en Tlacolula, las donas también lo remontan a la infancia, a su abuela paterna, siempre que la iba a visitar le regalaba una dona azucarada que freía en su sartén.

Originario de Tlacolula de Matamoros, aprendió a trabajar desde niño. Tercero de seis hermanos, su papá lo llevaba a las obras a aprender el oficio de albañilería, “mi papá nos enseñó, desde muy pequeños, a ganarnos la vida”. La situación económica que vivían no era la mejor, así que, adolescente, decidió aventurarse a viajar a Estados Unidos.

“En aquellos años no había trabajo en Tlacolula, y vamos a hablar específicamente de Tlacolula, no había mucho comercio y teníamos que ver la forma de ganarlos la vida, tenía a lo mejor 15 años, un poquito más o un poquito menos, así que me fui para los Ángeles”.

Al poco tiempo lo alcanzó su hermano Heliodoro, que es el que le sigue en edad, “empezar a trabajar como lava platos, lo que la vida te ponga para poder iniciar”.

Tenía un amigo que hacía donas en una empresa internacional de rosquillas, en Los Ángeles, ahí aprendió, “entre juego y juego aprendí (…) creo que todos los jóvenes soñamos, yo veía las tiendas de donas tan bonitas y siempre pensaba que estaría bueno poner una tienda de donas en Oaxaca”. Llegó a ser el encargado en la empresa y aprendió todo sobre la dona americana.

“Cuando empecé a hacer donas en Estados Unidos, por arte de magia llegaba la sonrisa de mi abuela, su pelito blanco, las arrugas que el tiempo hace en el rostro y que se le veían tan coquetas”.

Nunca dejó de añorar Tlacolula, “somos muy arraigados a nuestro país, a nuestra tierra, es algo bonito, yo nunca olvidé mi pueblo natal que es Tlacolula, siempre quise volver”.

Volvieron a Oaxaca, y lo primero que hicieron, fue poner un pequeño local para parchar llantas, “de todo tipo: camiones, bicicletas”.

Su hermano Luis, quería montar una rampa de alineación y balanceó, todos lo apoyaron, después, lograron poner un negocio de grúas, “cumplimos más de 30 años en el mercado”.

Si algo caracteriza a sus padres, don Heliodoro Morales García y Luisa Mendoza Álvarez, es que han logrado una familia muy unida, que se apoya en sus proyectos.

 “Tengo una hermosa familia, hermanos, hijos, sobrinos, nos hemos dedicado a trabajar y la prueba es que se han logrado muchas cosas en torno a lo que es el amor de la familia”.

Los seis hermanos se dedicaron a trabajar las 24 horas y lograron que todos sus hijos sean profesionistas, ahora, también forman parte de la empresa familiar, “mientras la mano tenga dedos va a tener fuerza y mientras mi familia tenga miembros vamos a tener el poder del amor, demostrar que el amor de familia es grande”.

Incluso Heliodoro apenas cumplió su reto de estudiar una carrera. Se acaba de graduar hace unos meses como abogado, “siempre quiso ser profesionista, pero dejamos los estudios por ir a trabajar, primero a Estados Unidos, y luego en Tlacolula“.

Y así como grande es Tlacolula por su pan de cazuela o el marquezote, decidió, junto con Heliodoro, cumplir su sueño. Tras 30 años de trabajo en su pueblo, nació Wicho’s Donuts House.

Sus amigos se reían de él, le decían que, siendo Tlacolula de herencia panadera, no lo iban a aceptar, por ser tradicionalistas. Le advirtieron que no funcionaría.

“Es un concepto totalmente estadounidense, tratamos de hacer algo similar, bonito”.

Lo primero que hicieron fue traerse el equipo de cocina de Estados Unidos, ingredientes de la misma calidad, incluso, para hacer una de las variedades de dona, tienen que ocupar una harina que sólo se vende ahí. “Son freidoras especiales, con un termómetro para regular la temperatura”.

Cumplieron tres años en febrero pasado. La limpieza siempre ha sido una prioridad, con la pandemia, extremaron las medidas, “todo el proceso es higiénico, se cumplen con los estándares de calidad”.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, llegó en marzo de 2020 a probar las donas. Regresó el 13 de junio de 2021, “vine a saludarlos, a ver cómo están”.

Esa vez, se resistía a llevarse donas, tras insistir, aceptó, “no vine a quitarles (…) las recibo porque me las están dando con cariño”.

Feliciano admite que es una visita que les dejó buen sabor, “creo que para cualquier persona tener en tu negocio la visita de un personaje como es el presidente, lo llena a uno de satisfacción (…) es una bonita experiencia, nos visitó y para nosotros es algo fabuloso”.

Algo que distingue las donas de Wicho’s, es que, a diferencia de las tradicionales que hasta las venden empaquetadas y sudadas, acá las hacen diariamente, hasta dos veces por día, “diario se elaboran, de todos los tipos que ofrecemos”.

Aunque al inicio respetaron el nombre original de la dona, al explicar, la gente empezó a llamarla por su nombre en español, y así, a algunas las anuncian así.

Está la dona glaseada, twist, old fashion donut, barra de leche, cinnamon roll, dona rellena, dona centro relleno, french donut, hole, cranberry square, trenza de canela, manzana frita, raised decorada, garra de oso y la dona presidencial, que es exclusiva de la casa, cuyo nombre le pusieron en honor a López Obrador.

“La old fashion ocupa menos temperatura, se abre como si fuera florecita, la barra de leche se abre del centro y queda como mariposita (…) al inicio buscaban la clásica de chocolate o azúcar, al probar todas, empezaron a ser bien aceptadas”.

La sorpresa del éxito de Wicho’s se lo llevó toda la familia. Empezaron a llegar a comprar no una, sino cajas de donas.

Todas las mañanas, pasan ciclistas a tomarse un café con su dona, conocieron a muchos norteamericanos radicados en Oaxaca, que viven en poblaciones cercanas que también pasan por sus cajas, todos coinciden que el sabor es el mismo o incluso mejor que en Estados Unidos.

Wicho’s la Casa de la dona está adjunta a la gasolinera El Señor de Tlacolula, unos metros antes de la entrada principal a Tlacolula de Matamoros.

Sigue con el concepto original de abrir las 24 horas, por lo que también venden otros productos típicos de Estados Unidos, como hamburguesas y pizzas, así como otros propios de Oaxaca, sobre todo para desayunar.

“Hay muchas personas (en Tlacolula) que piensan que se subió de la noche a la mañana, no toman en cuenta que trabajamos las 24 horas por más de 30 años”.

La fama de su sabor, es tal, que muchos viajan hasta Tlacolula por sus donas, “agradezco a Dios que me haya permitido hacer más grande a mi pueblo, porque es grande por la gente que tiene, es algo que me llena de satisfacción”.

Agradece, no sólo a Dios, sino a las personas que se dieron la oportunidad de probarlas, “si la gente dice que son las mejores, quien soy yo para discutirles esa parte”.

El trabajo diario, la tenacidad y el esfuerzo, es el ejemplo de Wicho’s para los oaxaqueños, “no hay más que hacer: no dejar de luchar por tus sueños”.

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