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El éxtasis de los diablos, una tradición que se reinventa

Rostros humanos que sufren, seres infernales que amenazan, figuras fantásticas, los temores que nacen de lo más profundo de nuestro ser, así es la colección de máscaras de Santiago Juxtlahuaca.

Itzael Reyes Maldonado, originario de San Miguel Tlacotepec, es uno de los jóvenes que participan en el taller Once Venado que ahora expone en la Casa del Artesano, en Rayón 405, en el centro de Oaxaca hasta el 31 de julio.

“Cuando era niño me gustaban las danzas de mi pueblo, no teníamos la posibilidad de adquirir una máscara porque era muy costosa (…) me acerqué con algunas amistades que las elaboraban para aprender a hacer este trabajo y tener mi propia máscara”.

Estas máscaras son las que portan en la fiesta patronal, para participar en danzas con gran simbolismo cultural. Una costumbre antiquísima traída de España.

La leyenda narra, que, en tiempo de la dominación árabe en España, existía un tributo, llamado de las cien doncellas. Es el número de jóvenes que tenían que entregar los reyes asturianos al rey de Córdoba como pago por haberlos ayudado.

Ramiro I consideró injusto el tributo y se enfrentó a Abderramán en una batalla. Contó que, en sueños, se le apareció el apóstol Santiago y lo animó al combate. Le prometió que estaría con él en los campos de batalla.

Cuentan que así sucedió, Santiago se apreció montado en un caballo blanco, vendieron a los moros y mataron a más de cinco mil ese día. Así se volvió el santo patrón de España.

A partir de esa fecha, en el año 844, cada año recordaban la lucha “contra los infieles y la intervención del apóstol Santiago en la batalla.

La tradición, reformada, llegó a México en la época colonial. Los españoles consideraban que la resistencia a la doctrina evangelizadora era una manifestación del demonio.

Durante la fiesta patronal se bailan dos danzas principales: la de los chareos, conocida también como moros contra cristianos, donde se simboliza la lucha en la que los cristianos, con la inspiración y ayuda divina de Santiago Apóstol vencen a los musulmanes.

La Danza de los diablos es complementaria, participan hombres ataviados con saco, mascadas y máscaras con expresiones diabólicas, con la intensión simbólica de llevarse a los moros al infierno.

La máscara tradicional de diablo se talla en madera, se confecciona en talleres de Santiago Juxtlahuaca y se ha convertido en una de las manifestaciones culturales más representativas en la región Mixteca.

Ahí está el taller Once Venado, impartido por el profesor Emmanuel Guzmán Vásquez. Asisten niños, adolescentes y adultos. Sus creaciones han alcanzado reconocimiento en el ámbito internacional.

“Nos enseña el tallado de madera, todo es a mano y artesanal, las pintamos al óleo y los cuernos son de animales que se consumen en la población”, detalla Itzael.

Es creatividad, los diablos no se representan de una sola manera, pueden ser animales, calaveras, personajes, humanos, “el rostro humano lleva más trabajo por los rasgos que tiene, los ojos, la mirada, las expresiones, incluso representar que sangra y hace gestos”.

En el taller, dice, son de 10 a 12 personas, hacen una separación del tallado, ocupan madera de sabino, “el tiempo de elaboración es variable, cuando son diablos alrededor de una semana, cuando son rostros humanos pueden ser hasta tres meses”.

En la inauguración de la exposición, un diablo bailó una chilena. Usaba una máscara elaborada por Itzael. “Propuse ponerle espejos, mucha gente se burló de mí, pero al ver cómo quedó les llamó mucho la atención, es una innovación que fue muy aceptada”.

La obra de la que se siente más orgulloso es un Kalimán, “no la vendo, me han ofrecido dinero por esa máscara (…) le di estilo, le di vida y no la podrían lucir como yo”.

En la exposición se muestra otra de sus obras, como la caracterización de Legolas, del Señor de los Anillos. Si algo llama la atención, es la innovación, las nuevas propuestas sin perder la tradición.

Sus compañeros también expusieron, son máscaras que infunden respeto, temor. Quizá, la más controversial es la que representa a Cristo con su corona de espinas y un mutis de dolor, esa es creación de su profesor.

Algunas de las máscaras están a la venta, durante la inauguración productores de la Casa del Artesano exhibieron sus productos, como Copito de pan, de Nochixtlán, chocolate de Xoxocotlán, productos de amarando de San Pablo Etla o mermeladas.

Es una exposición que vale la pena visitar, no sólo admirar las manos mágicas de los artesanos de Santiago Juxtlahuaca, sino adentrarse a una cultura milenaria y llena de significado.

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