Hace algunos meses deliberábamos qué comida era la que representa a Oaxaca. Concluimos que la tlayuda. Bandera gastronómica no sólo para la entidad, sino para todo el país.
Al ser algo tan típico y único, es el platillo que más extrañan los oaxaqueños cuando se van a vivir al extranjero y es, tal vez, el producto más enviado a los compatriotas que viven en Norteamérica.
Street Food, Latinoamérica, de Netflix lanzó un “campeonato” con motivo de la serie documental que se estrenó el pasado 21 de julio. Eligieron platillos “callejeros” y se fueron eliminando. La final fue esta tarde y en la terna quedaron el choripán de Argentina, el ceviche peruano y la tlayuda mexicana.
Antes de deliberar si se puede elegir qué platillo callejero es el mejor, veamos las raíces de estas tres delicias.
El bocadillo preferido de los argentinos. El choripán es un chorizo, obviamente estilo argentino, asado a la parrilla. Se prepara con pan francés y se condimenta con chimichurri.
Su historia se remonta al siglo XIX en la región del Río de la Plata. Los gauchos, al organizar un asado argentino, se servía primero el chorizo, que comían dentro de un pan. La práctica se popularizó y con el tiempo llegó a otras ciudades.
Es un platillo típico de la comida informal, rápido, fácil y económico. Choripán es el acrónimo de chorizo y pan. Comida urbana. Ya sea como entrada o como comida principal. Se puede encontrar en carritos en las calles de las ciudades, eventos deportivos, conciertos de música, actos políticos.
El ceviche es el platillo más representativo de Perú. Sus orígenes más antiguos lo remontan a la cultura Mochica, dos mil años atrás. Se preparaba un plato de pescado fresco que cocinaban con zumo de tumbo, una fruta local. En la época de los Inca, el pescado lo maceraban con chicha (una variedad de maíz morado). Al llegar los españoles, se le agrega el limón y la cebolla.
Declarado por el Instituto Nacional de Cultura de este país como Patrimonio Cultural de la Nación, al considerársele uno de los principales platos del Perú.
La fama del ceviche ha trascendido fronteras. Aunque sus ingredientes tradicionales no cambian, cada cocinero le ha añadido su toque. Es un platillo, que, por excelencia, nunca falta en ningún restaurante especializado en mariscos ni en ninguno de la alta cocina.
Sobre la tlayuda, en México, no hay mucho qué agregar. Tiene influencia prehispánica y forma parte de los platillos preparados con maíz. Su nombre proviene del náhuatl y es popular en Oaxaca. Se prepara con aciento de puerco, frijoles, quesillo, aguacate o guacamole, salsa y se le puede agregar tasajo, cecina, o chorizo.
Al igual que el ceviche, algunos chefs le han dado su toque, la han llevado a los grandes restaurantes y le pueden agregar arrachera, camarones, chicatanas, chapulines o lo que más apetezca.
Las tlayudas forman parte de los platillos oaxaqueños declarados en 2010, Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO, así como el mole oaxaqueño, la sopa de guías, y los chapulines.
Ahora sí, hablemos de la competencia. Una votación en Twitter con 802 mil 95 votos. El resultado final le dio el gane a la tlayuda, con 46.8 por ciento, el ceviche, con 45.3 por ciento y el choripán, con 7.9 por ciento.
En México se votó como si se tratara de una cuestión de honor. Personalidades y políticos llamaron al voto.
“Amigos mexicanos: apoyemos a la tlayuda para nuestros amigos de Oaxaca”, tuiteó el embajador de EU en México Christopher Landau, quien, para celebrar, se cenó una tlayuda.
El expresidente Felipe Calderón llamó a votar: “No sólo por su sabor (los tres son riquísimos), sino por solidaridad con los amigos oaxaqueños, votemos por la tlayuda. Queda poco tiempo”. El gobernador Alejandro Murat invitó a votar por la tlayuda y después, agradeció a México por el apoyo a Oaxaca.
El secretario de Turismo en la entidad consideró que Oaxaca se consolida como epicentro gastronómico de México y referente a nivel internacional.
Se defendió, más que el sabor, la bandera, una votación patriótica y por simpatía al país.
Sin embargo, más allá de la unión de ideologías para apoyar este platillo delicioso de Oaxaca, sirvió para que, sobre todo peruanos y mexicanos, denigraran, a través de tuits, el platillo rival, para poner entredicho la cultura culinaria del otro país y para defender el propio.
¿Se pueden comparar? Por supuesto que no. Claro, no nos podemos tomar tan en serio una diversión tan ligera, pero en México nos encanta apasionarnos (y, por lo que se ve, en Perú también).
Esperemos que esto quede como lo que es, una diversión pasajera, y no sea motivo de enconos ni de triunfos pírricos como los que acostumbran algunos políticos. Todo sea por destacar nuestra riquísima cultura culinaria.