Adolfo Jazid López Cruz
Al ritmo de cumbia se vivió el segundo Martes de Brujas de Santa Cruz Xoxocotlán. Los asistentes vivieron una velada con mucho sabor y no sólo por los tamales que degustaron durante la presentación.
El espacio fue aprovechado también para ofertar todo tipo de antojitos, por lo que los asistentes, salieron con un buen sabor de boca.
La fiesta inició a las 19:00 horas y cientos de asistentes se congregaron en la explanada municipal para disfrutar de una noche mágica, con temas como Mil Horas, Qué Bello, La Parabólica, Escándalo y La Cadenita.
El espectáculo inició al prenderse las llamadas «brujitas» que evocan una tradición de tiempos de la Colonia y enseguida se presentó la Banda Cielo de Diamantes, integrado por niños y jóvenes de la colonia Mi Ranchito, bajo la dirección del maestro Eleazar Hernández Vásquez, mismos que interpretaron un amplio repertorio musical oaxaqueño.
Siguió la orquesta Lunga Konzort, que reprodujo obras clásicas y de estilo barroco. El público estalló en aplausos al escuchar las Cuatro estaciones, de Antonio Vivaldi, una interpretación bellísima que deleitó a los asistentes en la fiesta de Santa Cruz Xoxocotlán. Este grupo musical está formado por niños y jóvenes de varios estados de México reconocidos en el mundo entero por su gran talento
A las 21:30 horas salió al escenario La Sonora Dinamita, con 59 años de trayectoria. Tan pronto comenzaron a tocar, el público improvisó una pista en todos los espacios disponibles, incluso entre los puestos de tamales y de artesanías.
Cerró el evento el grupo La Fortuna, recibidos en forma cálida por el público que se congregó para esta celebración.
En tanto, las cocineras tradicionales de Santa Cruz Xoxocotlán ofrecieron a los visitantes los tradicionales tamales de frijol, chepil, mole, flor de calabaza y el típico chichilo, mientras que otros comerciantes ofrecieron desde los imperdibles tacos, como hamburguesas, tostadas, pizzas, palomitas, helados y una gran variedad de postres.
Sin duda, una de las fiestas más esperadas, donde se reúne el arte popular y un platillo emblemático, mezcla de la herencia cultural, el misticismo y la religión.