♦ Yolanda Peach | Leche con tuna
En Oaxaca, la mañana empieza distinto. El aroma a pan de yema recién horneado se mezcla con el de un coloradito que hierve lento, con paciencia, como se ha hecho durante generaciones. Y si hay un lugar donde ese sabor a hogar, a memoria y a tierra cobra vida cada mañana, es en la cocina del Hotel Azul.
Detrás de los fogones está Ana Alonso, chef oaxaqueña que convirtió el desayuno en una experiencia que abraza al comensal. “Aquí preparamos todo desde cero: pan de yema, chocolatines, chapatas, conchas de chocolate y vainilla. También moles, salsas para enchiladas, chilaquiles, tortillas de maíz hechas en casa”, explica.
Se trata de conservar y reinterpretar la tradición desde un espacio que respeta la cocina como acto cultural. Enchiladas de coloradito, desayuno vegetariano, los chilaquiles con huevo estrellado o con tasajo. Todos con ingredientes frescos, locales y una técnica que no improvisa.
“Muchas veces nos llaman para felicitarnos, porque los sabores los hacen recordar o simplemente los hacen sonreír”, cuenta Ana.
Aunque el Hotel Azul es conocido por su arquitectura, su galería y sus habitaciones de autor, su cocina es una joya discreta que cada vez más oaxaqueños y visitantes descubren.
Para quienes aún no lo saben, en Hotel Azul se sirven desayunos todos los días. Son rituales breves, matutinos, que inician con un café humeante y terminan con el pan recién salido del horno.
“Los invito a desayunar conmigo”, dice la chef. “No se van a arrepentir”.
