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Coco Beach: Donde el sabor del mar encuentra su hogar

Yolanda Peach | Leche con tuna

Si los sabores hablaran, en   Coco Beach se escucharía el bienvenido en cada bocado.

Entrar a este restaurante es cruzar un umbral donde el mar se celebra. En cada rincón se percibe ese toque artesanal que no se improvisa: se construye con años, con historias, con personas que saben que servir un platillo es, también, servir un recuerdo.

“Coco Beach es como mi casa”, afirma Jorge Arturo Maya, capitán de meseros desde el primer día. “Siempre andamos creando, innovando (…) Lo más emocionante de trabajar acá, es que somos más que un equipo de trabajo somos una familia. Desde que compartimos ideas, los alimentos, zona de vida y eso nos hace estar unidos”.

Este lugar no nació por accidente. Nació del hambre de crecer. De la visión de dos jóvenes emprendedores que soñaron un rincón costeño en el corazón de Oaxaca, y lo moldearon con palapa, jardines, música en vivo, y una cocina que mezcla tradición con creatividad.

“Coco Beach si lo interpretamos es playa de cocos, y realmente a eso se refería todo, porque esto es marisquería”, explica.

“Si Coco Beach fuera una persona”, agrega, “sería exigente, con mucho amor e increíble”. La frase llena el ambiente como el aroma del pulpo zarandeado que cruza el salón rumbo a una mesa donde ya esperan las cervezas bien frías.

Además de mariscos, se trata de cómo llegan a ti. De cómo, desde la entrada, una barra extensa y luminosa te da la bienvenida con cocteles de autor y una horchata de coco que no necesita presentación.

“El primer platillo que hicimos fue el costalito”, recuerda Jorge. “Una entrada que sigue en la carta, porque la gente lo pide”. Va relleno de un guisado de tomate con camarón y pulpo, acompañado de ensalada.

También están los clásicos de la casa: la piña rellena de mariscos, el filete jugoso lleno con mariscos, o ese postre casero que necesita solo una cucharada para saber que fue preparado con cariño.

“Realmente el lugar es acogedor, es como parte de mi familia, parte de mi esencia”, confiesa.

Y sí, el cariño aquí se sirve sin falta. En la atención, en los detalles, en el diseño del lugar. Hay un área para niños, hay calma, hay fines de semana con música que parece traída del puerto.

Cada plato, cada gesto, parece tener una sola misión: que te sientas bienvenido. Como si hubieras llegado a tu playa, aunque estés a kilómetros del océano.

Coco Beach actualmente es un símbolo de lo que se puede lograr cuando el sabor y el alma se combinan. “La gente regresa”, dice Jorge. “Porque aquí hay buen sabor, buen trato… y un lugar bonito donde estar”.

Coco Beach no es el tipo de lugar que visitas una vez. Es de esos que recuerdas cuando necesitas un respiro, una buena comida, o simplemente un poco de mar servida en una piña caliente.

Porque aquí, más que mariscos, se sirve hogar.

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