♦ Yolanda Peach | Leche con tuna
Imagina el baile de sabores en tu paladar: acidez, dulzura, salinidad, crujiente… todo se mezcla, se mezcla de forma tan armónica que cada bocado te deja con ganas de más.
Esto es lo que sucede cuando pruebas la pizza Prosciutto en Pisto al Pesto, un platillo que, sin ser ostentoso, te invita a redescubrir la magia de lo simple, pero bien ejecutado.

La primera vez que llega a tu mesa, no puedes evitar que tus ojos se abran de par en par. El pan dorado, crujiente, pero con la suavidad que solo un buen horno de leña sabe otorgar.
Sobre él, el contraste del verde de las espinacas frescas, el rosado delicado del prosciutto, y el blanco cremoso del queso de cabra. Todo coronado con una mermelada de pera con romero. El perfume que emana es suficiente para anticipar una experiencia única.
Cada ingrediente tiene su lugar, pero lo fascinante está en cómo se intercalan, creando un equilibrio perfecto. El queso de cabra, con su acidez envolvente, juega con la suavidad de la mermelada de pera, mientras el prosciutto, madurado a la perfección, se integra con la base de una margarita que, aunque humilde, es la estructura de esta obra maestra. Y, por supuesto, el pan: crujiente por fuera, suave por dentro, el vehículo ideal para esta fiesta de texturas y sabores.
El chef Iván Sánchez lo resume con la pasión que solamente alguien profundamente conectado con lo que hace puede transmitir: “Busco provocar en tu paladar una fiesta. Quiero que digas: quiero seguir yendo, quiero seguir conviviendo, porque cada bocado es una celebración”.
Lo más interesante es cómo esta pizza, con una receta tan aparentemente simple, nació del trabajo colaborativo. Iván y su equipo comenzaron con una base de margarita y un prosciutto de calidad, pero pronto fueron surgiendo ideas en el aire: ¿por qué no una mermelada de pera con romero? ¿Y si agregamos espinacas? El queso de cabra apareció casi como una revelación.
La idea se fue perfeccionando, hasta que lograron lo que actualmente se sirve en Pisto al Pesto, y que todos quienes la prueban reconocen como una joya gastronómica.
Es una pizza que invita a disfrutar. Si te animas a seguir los consejos del chef, acompáñala con un vino blanco fresco o un Merlot suave. Lo cierto es que cada bocado se convierte en una excusa para continuar la experiencia: no es solo una pizza, es una conversación entre los ingredientes, una obra colectiva que refleja la dedicación y el amor con que fue creada.
“No se la pierdan, es lo mejor de lo mejor. No solo es un platillo, es el corazón de mi equipo. Les prometo que será algo que querrán repetir”.
Y en realidad, después de probarla, entenderás que no es solo la pizza lo que te hace volver. Es el amor, la pasión y el trabajo en equipo que se siente en cada mordisco.