♦ Yolanda Peach | Leche con tuna
El reciente cierre de la Feria del Mezcal se alza como un hito en términos de asistencia y ventas. Con una asistencia récord de 101 mil 235 personas, y ventas que ascendieron a 9 millones 881 mil 517 pesos, parece que la feria es un rotundo éxito. Sin embargo, debajo de estos números exuberantes, se oculta una realidad que cuestiona la verdadera equidad del evento para los verdaderos artífices de este fenómeno: los productores de mezcal.
Sí, el evento celebrado del 20 al 30 de julio en el Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca brilló con cifras deslumbrantes que el gobierno estatal no dudó en enmarcar como un triunfo rotundo.
Pero, si rascamos un poco más allá de la superficie, la realidad para los productores de mezcal es menos glamurosa. La participación en la feria no es, de ninguna manera, una ganga.
No estamos hablando de las grandes marcas de mezcal industrial con sus vastas ganancias y recursos. Nos referimos a los pequeños productores que crean mezcal artesanalmente, los que trabajan lotes pequeños y variedades específicas de agave, como los silvestres. Son ellos quienes verdaderamente llevan sobre sus hombros el peso de esta feria, al enfrentar costos elevados y largas jornadas para mantener viva la tradición del mezcal.
Estos artesanos, con su pasión y dedicación, hacen un esfuerzo monumental para participar en la feria, demuestran que el verdadero corazón de este evento reside en los pequeños productores que mantienen la autenticidad y la riqueza cultural del mezcal oaxaqueño.
Cada productor tuvo que desembolsar alrededor de 10 mil pesos solo por el derecho a estar presente, una cifra que no incluye otros gastos adicionales como insumos, alimentación para el personal y otros costos operativos.
Y esto no es todo. La jornada de 12 horas diarias, durante los días del evento, encareció aún más la participación, mientras que enfrentan una carga impositiva considerable, con un impacto combinado de alrededor del 60 por ciento en impuestos, que incluyen el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), el Impuesto al Valor Agregado (IVA), el Impuesto sobre la Renta (ISR) y regulaciones estatales.
Los números son reveladores: la recaudación total por ventas de boletos y derechos de participación fue de 10 millones 191 mil pesos, pero, sorpresa, ¡todo este dinero se destinó al gobierno estatal y no a los productores! Así, mientras los números del evento brillan con luz propia, la verdadera rentabilidad para los productores queda en la sombra.
Las voces del sector no tardaron en levantar el tono. Los productores se preguntan si, realmente, los beneficios prometidos por el secretario de Desarrollo Económico (Sedeco), Raúl Ruiz Robles —que incluyen capacitaciones y contactos con compradores nacionales e internacionales—, compensan las inversiones y riesgos asumidos. No es que los beneficios no sean importantes, pero ¿son suficientes para justificar los gastos exorbitantes y la alta carga fiscal?
La feria, aunque exitosa en términos de afluencia y ventas, ha puesto de relieve un problema crucial: el modelo del evento parece estar desequilibrado. Mientras el gobierno estatal se llena los bolsillos con la recaudación y presume de récords, los verdaderos artesanos del mezcal quedan atrapados en un ciclo de altos costos y baja rentabilidad.
El verdadero desafío es reformar el modelo del evento para que no solo se celebre el mezcal, sino que también se celebre de manera justa a quienes lo producen. El futuro de la Feria del Mezcal debe pasar por un equilibrio entre el crecimiento del evento y la sostenibilidad económica para los productores. De lo contrario, el éxito cuantitativo seguirá siendo un pobre consuelo para quienes, con esfuerzo y pasión, hacen posible que la feria exista en primer lugar.