♦ Yolanda Peach | Leche con tuna
La cocina de Puerto Escondido giró, por décadas, en torno al mar. Pescados a la talla, ceviches y cocteles son parte del paisaje obligado de un puerto donde la mesa suele tener olor a playa. En medio de esa tradición, aparecieron propuestas de todo el mundo, como los del sudeste asiático.

The Rabbit Wok, ubicado a un par de minutos de la playa en Punta Zicatela, propone una carta centrada en la gastronomía tailandesa, con platos que se cocinan al fuego vivo del wok y que, sin perder autenticidad, encuentran un punto de encuentro con ingredientes de la costa oaxaqueña.
Pad thai con notas locales, currys con picor costeño, fideos ahumados que pasan por el wok como dicta la técnica original.

El menú inicia con entradas conocidas, como rollitos primavera, y se expande hacia platillos más complejos. El pad thai es el más solicitado: cacahuate, tamarindo, ajo y un equilibrio entre lo dulce, ácido y salado.
Después aparecen los currys, en versiones amarilla, roja y verde, cada uno con personalidad distinta: del cremoso con leche de coco al picante que recurre a chiles de la región. En todos los casos se percibe un intento claro de reproducir sabores tailandeses, pero con el acento del lugar.

Más allá de los platillos, el restaurante busca que la experiencia sea completa. La carta de bebidas responde al clima: aguas frescas de maracuyá con piña o mango con carambola, además de cocteles que combinan frutas locales con mezcal o ron.
La elección refuerza una idea central: integrar el entorno en una propuesta que, a primera vista, parecería ajena a él.

La apuesta no es menor. En un destino turístico donde predominan los restaurantes de playa y las cocinas rápidas para surfistas, abrir un espacio especializado en wok supone correr un riesgo.
Sin embargo, The Rabbit Wok encontró su público entre locales y visitantes que buscan algo distinto. Lo que ofrece es una fusión consciente: el lenguaje tailandés de las especias que dialoga con el mercado de la costa.

En Puerto Escondido, donde la oferta gastronómica empieza a diversificarse, propuestas como esta marcan una pauta. La internacionalización del menú local demuestra que el puerto puede ser también un lugar de cruces culturales, donde el wok se enciende a pocos metros de la arena y recuerda que la cocina siempre es viaje.