♦ Yolanda Peach | Leche con tuna
En Oaxaca hay tacos que se vuelven leyenda.
Y leyendas que desaparecen una noche sin aviso.
Si viviste en la colonia Reforma durante los últimos 15 años, seguramente escuchaste (o más bien, oliste) el aroma inconfundible que salía de un modesto puesto en la esquina de Amapolas y Escuela Naval Militar.
Era ahí donde don José Trinidad despachaba con rapidez y maestría tacos de cecina, tasajo, chorizo y suadero que más de uno llegó a describir como “patrimonio comestible de la zona norte”.
El nombre del puesto: Taquería Chagüitas.
Lo que pocos recuerdan es que Chagüitas no siempre estuvo en Reforma. Don José comenzó su historia frente a La Mata, un antro con música populachona que encendía las noches del centro.
Ahí, entre beats de reguetón y cumbia, los fiesteros cerraban la noche con una orden de suadero o un campechano bien dorado. Fue en ese escenario nocturno donde se hizo de nombre.
Cuando La Mata cerró, don José se trasladó a la colonia Reforma. Y fue ahí, lejos del ruido, donde consolidó su fama como el taquero favorito de los trasnochadores de bien.
Un día, sin previo aviso, don Pepe, como lo conocen, dejó de ir.
Y como sucede con las buenas leyendas callejeras, los rumores comenzaron.
“Que se retiró”, “que se fue a otro estado”, “que abrió un negocio en la playa”…
Lo cierto era otra historia, digna de telenovela de banqueta, pero esa, no se las contaré.
Los hijos, quienes crecieron entre trompos y planchas calientes, se quedaron con el local.
Él, con su cuchillo afilado y su receta intacta, decidió comenzar de nuevo.
Una nueva esquina, un nuevo capítulo
Don Pepe se mudó al centro de Oaxaca, a la esquina de 5 de Mayo y Morelos. Volvió a colgar el mismo letrero: “Taquería Chagüitas”, con las mismas carnes, las mismas salsas, y la misma atención que muchos comensales aún extrañaban.
Pero internet —tan sabio como espontáneo— tenía otros planes.
Un cliente cualquiera, probablemente entre mordida y mordida, decidió registrar el lugar en Google Maps con un nombre que parecía más meme que restaurante:
“Tacos y no mmadas Chagüitas”
Y así, sin necesidad de branding ni marketing, nació una nueva identidad.
Los vecinos lo empezaron a llamar así.
Los turistas lo buscaron por ese nombre.
Los locales lo compartieron en grupos de WhatsApp.
Y don José, como buen taquero oaxaqueño, no se hizo problema.
“Así se llama ahora”, dice, mientras voltea la tripa sobre la plancha.
De jueves a martes, entre 8 de la noche y 2 de la mañana, la esquina se convierte en un altar de carne y tortilla. El menú incluye:
Campechanos con doble tortilla, tripa los viernes, chicharrón prensado los jueves, suadero el sábado, pastor, tasajo, chorizo y res todos los días
Las cebollitas asadas no fallan. Las salsas tienen carácter. Y la atención es simple, directa, cálida.
“Ave María yo no quería, pero Padre Nuestro qué rico está esto”, exclamó un cliente cuando le hacíamos entrevista a don Pepe. Lo dijo con la boca llena. Y quedó grabado en video.
Don Pepe habla poco, pero con contundencia.
Cuando le preguntamos por qué no abre los miércoles, su respuesta fue directa: “Porque es miércoles sin ambulantes”.
Y no hay más que decir.
Porque este no es un negocio gourmet.
No hay menú impreso, ni QR, ni redes sociales con estética beige.
Este es un puesto de tacos donde el sazón se transmite por generaciones y el nombre lo elige el pueblo… o Google.
Chagüitas es el nombre que todavía viven los hijos en Reforma. El corazón de la receta —esa combinación precisa de fuego, grasa, acero y calma— late con don José, el taquero original.
“La gente que me conoce ya sabe dónde estoy”, dice.
Y lo buscan. Lo encuentran. Y regresan.
Así es como la historia de un puesto callejero se convierte en una pequeña leyenda urbana, donde la carne se asa al ritmo de la noche, y los clientes no vienen por moda… vienen por sabor, por nostalgia y, sobre todo, porque aquí no hay mmadas.