♦ Yolanda Peach | Leche con tuna
Un joven cocinero que ha dedicado su vida a preservar y compartir la riqueza culinaria de su tierra es Filadelfo Andrés, quien, con ayuda de su madre, ha emprendido al instalar un comedor en Barrio Nuevo, Huamelula.
«Soy cocinero», dice con orgullo, «aprendí desde muy chiquito, cuando mi mamá me dijo: ‘te enseño a cocinar, hijo, porque algún día no voy a estar, pero tú vas a seguir mi legado; vas a cocinar la comida típica del pueblo, lo que son los dulces, guisos, horneados, el mole, los platos que dan a una cocina tradicional que nos reconozcan la cultura'».
Filadelfo ha convertido las enseñanzas de su madre en un compromiso con su comunidad. Junto a la señora María Eugenia, su madre y apoyo incondicional en la cocina, prepara con esmero una variedad de platillos tradicionales que representan el alma de Huamelula. «Mi mamá es la que me ayuda, ella está conmigo en el proceso de hacer moles, caldos, ella es mi apoyo».
Entre los platillos que ofrece Filadelfo se encuentran el caldo de gallina de rancho, tamales de cambray, iguana blanca y mole negro con pollo.
Cada platillo se elabora elaborada con ingredientes frescos y locales. «Preparamos el caldo de gallina de rancho, de la región del pueblo chontal, las verduras son compradas en la tienda», explica. «La preparación es desde el pollo fresco del gallinero, criado con maíz, una cocción de una hora y media».
La dedicación de Filadelfo es un esfuerzo comunitario que celebra la cultura local. «Son platillos de mi región, 100 por ciento naturales, más que nada, compro las gallinas con las personas de la comunidad de Gavilán, Huamelula», añade, al subrayar la importancia de apoyar a los productores locales y mantener viva la tradición.
El joven cocinero invita a todos a visitarlo en Barrio Nuevo para saborear la autenticidad de sus platillos. «Los invito a que me visiten en el Barrio Nuevo para que conozcan mis platillos, mi sazón más que nada».
La cocina de Filadelfo es un refugio de historia, cultura y amor por la tierra y su gente, un homenaje a las raíces istmeñas y una promesa de que, mientras haya un fogón encendido en Barrio Nuevo, la tradición culinaria de Huamelula seguirá viva.
