♦ Yolanda Peach | Leche con tuna
La birria, platillo emblema de Jalisco, encontró en Puerto Escondido un punto de reinterpretación. En el restaurante El Aguacate, la receta viaja de occidente al sur y se fusiona con chiles oaxaqueños. El resultado es una carne cocida lentamente durante seis horas y reposada antes de servirse, lo que permite una concentración de sabor que se percibe en cada preparación.
En México, hablar de birria es entrar a un terreno de debates regionales. Para algunos, la versión jalisciense —carne de res cocida lentamente en un adobo de chiles y especias— representa la forma más pura. Para otros, la tradición se resignifica en cada estado, adaptándose a ingredientes locales y paladares diversos.
En Puerto Escondido, un destino conocido por el pescado fresco y la cocina de playa, un restaurante decidió abrir un espacio a este platillo de cocción lenta y sabor intenso.

En El Aguacate, la birria se prepara con fidelidad a la técnica jalisciense, pero con un detalle que marca la diferencia: chiles oaxaqueños en el adobo.
El proceso no se apresura. La carne se cuece durante seis horas hasta que la fibra cede sin resistencia y, antes de servirse, se deja reposar. La pausa tiene sentido: concentra aromas y redondea sabores.
El menú de fin de semana está construido alrededor de esa olla. Hay tacos sencillos, quesabirrias rellenas de quesillo, burritos generosos y tlayudas bañadas en caldo rojo.
Entre todos, destaca el birriamen, una adaptación que genera seguidores entre jóvenes y turistas por su sabor y eficacia como remedio contra la resaca.

El comedor funciona entre semana con desayunos tradicionales, pero sábados y domingos adquiere otra identidad. De once de la mañana a dos de la tarde, las mesas se llenan de familias locales y visitantes.
El ambiente es un punto intermedio donde la comida se comparte en tono relajado, a menudo acompañada de cerveza o incluso whisky.
En un puerto donde el turista espera ceviches, pescados a la talla y cocteles preparados frente al mar, la propuesta de El Aguacate sorprende por contraste.
La birria amplía la conversación gastronómica en un lugar que, hasta hace poco, parecía apostar casi en exclusiva por los frutos del Pacífico. Este giro busca ofrecer una alternativa sólida, con identidad propia, que demuestra que la cocina local también puede dialogar con otras regiones.
La presencia de este restaurante confirma un fenómeno creciente: Puerto Escondido ya no solo es destino de surfistas y viajeros en busca de mariscos frescos. Su panorama culinario empieza a diversificarse con propuestas que traen recetas de otros estados, reinterpretadas con ingredientes de Oaxaca.
La birria de El Aguacate es una muestra de ello: una tradición jalisciense que, al contacto con la despensa local, encuentra una nueva voz sin perder autenticidad.