- Publicidad -spot_img

Leche con Tuna cumple siete años…

y sigue sin subir recetas de cinco minutos

Yolanda Peach | Leche con tuna

Por alguna extraña razón, aún no sabemos hacer contenido viral. 

Ni recetas rápidas, ni retos de comida, ni “qué tipo de tlayuda eres según tu horóscopo”. 

Lo nuestro siempre es más lento, con más profundidad. Como el mole que se cuida por horas. Como una historia que se cocina en voz baja.

Hace siete años nació Leche con Tuna. En un inicio, parecía solo una idea bonita: contar Oaxaca desde su cocina. 

Resultó ser algo más serio. Algo más necesario. Algo que, a estas alturas, sentimos casi sagrado.

Y es que contar la historia de una tierra donde el maíz no es ingrediente, sino dios, es asumir una responsabilidad mayor. Y no, no estamos hablando de platillos, sino de la vida.

En estos años, en Leche con Tuna hicimos lo que muy pocos medios se atreven a hacer: resistimos la tentación del espectáculo para escuchar de verdad.

Recorrimos pueblos con cámaras al hombro, cuadernos en mano, estómagos vacíos y corazones llenos. Entrevistamos a cocineras tradicionales que cuentan su vida a través del humo. Grabamos silencios, risas, llanto y recetas que no existen en ningún recetario.

Durante la pandemia, mientras muchos se apagaban, encendimos más fuego. Porque si la cocina sufría, había que documentarlo. Si los fogones se apagaban, los encendimos con palabras. Eso también es periodismo. Eso también es resistencia.

Nuestras historias cruzaron fronteras. Nos leen en todos los continentes. Y no por hacer contenido viral, sino porque cuando una historia está bien contada, vuela sola.

No somos influencers. No posamos con cucharones, ni vendemos estilo de vida. Preferimos otra cosa: hacer historia.

En una época donde todo se vuelve contenido, seguimos creyendo que el sabor es identidad, que la cocina es un archivo vivo, y que la comida también se puede escribir.

Así que sí: Leche con Tuna cumple siete años. Y lo que viene no es una sección de recetas fáciles, ni dinámicas para ganarse molcajetes (por ahora). Lo que viene es más memoria. Más raíz. Más historias que se cuecen lento.

Porque cuando alguien pregunta qué se come en Oaxaca, la mejor respuesta no está en un menú. Está en una voz, en un gesto, en una historia. Y nosotros, con toda nuestra locura y nuestra ternura, la seguimos contando.

No buscamos likes: buscamos legado.  Cada historia que servimos es una semilla que se niega a morir. Hay narrativas que no deben apagarse y nosotros seguimos avivando el fuego. Y si alguna vez nos preguntan qué hacemos, diremos: alimentamos la historia para que nunca deje de arder. Somos memoria servida caliente.  Cada historia que contamos es una forma de decir:  Oaxaca, aquí estás. Y aquí te quedas.

- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Recientes