♦ Yolanda Peach | Leche con tuna
Una tradición que comenzó hace más de 50 años en los fogones de Villa Tejupan de la Unión, viajó a Oaxaca, donde Barbacoa La Reyna de la Mixteca es reflejo de un legado familiar.
La familia Pérez Trujillo es la cuarta generación de barbacoyeros, guardianes de una receta sido perfeccionada a lo largo de generaciones. Un pedazo de la Mixteca que alimenta y preserva una historia.

Moisés Pérez Villegas, insiste en que la verdadera estrella es su familia. Al mirar detrás de su mirada, se puede ver que no habla de un negocio; cuenta el patrimonio que acompaña a su familia desde siempre.
La historia comienza con Manuel Trujillo, su suegro, un hombre sabio en el arte de la barbacoa, quien se convirtió en maestro de este oficio desde que era joven.

Fue él quien les enseñó a Moisés y a su esposa el verdadero significado de hacer una barbacoa, “nos ha guiado, desde el principio, porque conoce cada detalle de la barbacoa” dice con respeto.
La barbacoa La Reyna de la Mixteca no es la típica que se encuentra en la capital oaxaqueña. Aquí, todo empieza con la selección de la carne de borrego, un proceso tan meticuloso como la cocción.

En un horno de piedra, la carne se cocina lentamente para absorber los sabores de las hierbas y especias, mientras que las tortillas, hechas a mano, se cuecen en el comal y se acompañan de guacamole fresco y salsas caseras.
“Todo lo que ofrecemos aquí lleva un pedazo de nuestra tierra”, comenta Moy, quien se refiere a Villa Tejupan de la Unión, el pueblo mixteco de donde provienen.
Es un pueblo donde la barbacoa es una forma de vida; desde su infancia, las familias son testigos de cómo la tradición de los barbacoyeros se transmite de padres a hijos, hasta convertirse en la esencia misma de su identidad.

Los platos que sirven en La Reyna de la Mixteca son un homenaje a esa herencia. El consomé, con su caldo lleno de sabor y ese toque tan característico de la Mixteca, es uno de los más pedidos.
La pancita enchilada, los tacos de sangrita, y la masita, tanto colorada como blanca, son las estrellas del menú. “Cada sábado y domingo, nos levantamos muy temprano, empezamos a preparar todo con mucho cuidado”, explica.
En ese local que se encuentra entre el puente del Tecnológico y Plaza Bella no hay pretensiones, no hay adornos llamativos. La gente viene porque sabe lo que encontrará: una barbacoa que sabe a tierra, a historia, a familia.

Todo se sirve con las manos educadas en el fogón. Las tortillas a mano, las salsas caseras, el toque de guacamole, todo se ensambla con la destreza de quienes crecieron rodeados por esos sabores.
Y a pesar de que el negocio es modesto, la calidez con la que reciben a cada cliente es la que convierte a La Reyna de la Mixteca en algo más que un lugar donde comer.
Es el espacio donde la Mixteca llega a Oaxaca, un lugar donde la familia Pérez Trujillo abre su hogar a quienes desean experimentar una parte de su identidad. La mesa está llena de platillos que invitan a sentarse, a platicar, a disfrutar de la vida. “Nosotros les traemos lo que en nuestra tierra se come, lo que nos enseñaron nuestros abuelos”.

Cada fin de semana, cuando la gente llega para saborear los tacos dorados a la plancha o el consomé recién preparado, participan en una tradición viva. La barbacoa es la representación de todo un pueblo, de un viaje de generaciones, de la conexión de una familia que, sin importar el tiempo, sigue cocinando con el mismo amor que los antepasados.
Así que, cuando los sábados y domingos asomen, el aroma inconfundible de la barbacoa te guiará hasta ese local, donde la historia de la Mixteca, la tradición barbacoyera, y el amor por la cocina se fusionan para ofrecerte algo que también alimenta el alma.