Nunca esperé encontrar un pedazo del paraíso en la Sierra oaxaqueña. Este fin de semana visité La Platera, en San Matías Zoquiápam, Oaxaca, un restaurante con las mejores truchas en esta región.
Me advirtieron que el camino desde Oaxaca sería de una hora y media si me iba a velocidad normal y que aunque el mapa impresionara, no era tan lejos.
El camino me trajo recuerdos de mi adolescencia, cuando escapaba del bullicio de la ciudad para irme de “día de campo” y llegar a un rincón donde no pasaba el tiempo.
En el trayecto me encontré con varios restaurantes a la orilla del camino, bastante coquetos, que también ofrecían truchas, pero decidí llegar hasta el final.
Una buena parte de la carretera está pavimentada y a pocos kilómetros de llegar, en una de las desviaciones, es de terracería, pero está en buen estado; a pesar de que viajé en un automóvil bajo, no rozó el chasis.
Debes tomar la carretera que va a Ixtlán y antes de llegar a El Punto, encontrarás un letrero que dice «San Pedro Nexicho | Nuevo Zoquiápam», ahí tomas la desviación del camino a la izquierda, sigues hasta encontrar otro letrero a la desviación a San Matías Zoquiápam y también un anuncio de La Platera, así que sigues a la derecha y avanzas, después, encontrarás varios letreros de La Platera, que te irán confirmando que vas por buen camino.
Justo el camino termina en La Platera, a su alrededor se yerguen altas montañas y se escucha el sonido característico del río al correr.
Al llegar te encuentras con una encantadora palapa, el área de juegos infantiles, hamacas, los estanques con las truchas, una infinidad de flores, dos cabañitas y a la derecha, el área del restaurante.
Se trata de una empresa familiar, en la que ahora están al frente los señores Onésimo y Julián Bautista.
Uno de ellos nos contó que hace muchos años se tiraron peces en el río de la comunidad, después de un intento fallido de un programa de gobierno.
Los pobladores observaron que los peces sobrevivieron y vivían como en su hábitat natural, es así que nace la idea de su abuelo de empezar a criar truchas y poner un restaurante.
Un proyecto familiar que les costó consolidar y finalmente abrir al público. Justo hace cinco años lograron la certificación, que ninguno de la competencia tiene, de ofrecer productos de calidad.
Sus truchas de calidad los llevaron a obtener el certificado de sanidad acuícola y el reconocimiento de buenas prácticas, lo que garantiza que los peces están libres de cualquier enfermedad.
Los huevos los importan de Dinamarca y una vez que se ve que la cría es certificada, los llevan a La Platera, donde los mantienen en cuarentena en dos estanques, tras pasar la prueba de calidad, comienza el proceso de crecimiento y engorda, un proceso que dura de ocho a 10 meses.
“Actualmente, con más de 15 años de producción, obtenemos de ocho a nueve toneladas al año, con el reconocimiento de buenas prácticas, nuestras truchas pesan de 300 a 400 gramos y surtimos a varios restaurantes de la región”.
Además de disfrutar de la comida, se pueden organizar recorridos por el bosque a través de senderos y visitar las cascadas, tienen dos cabañas que rentan por 300 pesos la noche y si quieres acampar, no se te cobra nada, más que el consumo en el restaurante, que abren de 10 de la mañana a cinco de la tarde.
Como cortesía te ofrecen consomé y la trucha la preparan con las recetas clásicas: empapelada, enchipotlada, a la mexicana, frita, al mojo de ajo, a la plancha o a las yerbas. Cuesta 100 pesos en cualquier presentación y 15 más si quieres que le agreguen queso y champiñones.
De tomar tienen refrescos, cervezas, café de olla y mezcal.
Te pueden prestar una caña para que pesques tu propia trucha.
“Nuestro propósito, además de que disfruten de una trucha recién sacada del agua, es que disfruten de la naturaleza (…) no hay de esto donde quiera”, apunta.
Definitivamente un sitio para olvidarte de todo y conectarte con la naturaleza, disfrutar con las personas que amas y saber, por adelantado, de qué se trata el paraíso.
Agregamos un mapa de ubicación para que te sea más fácil llegar.
