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Tradiciones y colores del “Día de Muertos” en Oaxaca

Oaxaca preserva la celebración del “Día de Muertos”, una festividad llena de color y misticismo en la que destacan la flor de cempasúchil, veladoras, pan de yema, papel picado y altares con platillos y bebidas que deleitan a las almas de los fieles difuntos que cada año nos visitan.

La oficina de Comunicación Social y Vocería del Gobierno del Estado reiteró que el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat y su esposa, Ivette Morán de Murat participan activamente en la promoción de las tradiciones del mágico destino.

México es reconocido por esta tradición que se realiza desde tiempos prehispánicos; nuestros antepasados colocaban la comida que en vida agradaba a los difuntos para guiarlos en su recorrido al Mictlán. En Oaxaca, el 1 y 2 de noviembre son los días más significativos; los altares se dividen en escalones y se adornan con flores, papel picado y se colocan veladoras, fotografías y platillos como mole negro, tamales, pan, frutas, agua, café, chocolate y mezcal. Cada una de las ocho regiones presenta rituales y características propias.

La riqueza cultural del estado sobresale durante esta festividad, entre las muestras que se pueden apreciar están las Comparsas de Día de Muertos; los tapetes monumentales ubicados en la Plaza de la Danza con figuras enfocadas en la muerte y elaboradas con cal; los murales y la decoración de fachadas en el barrio de Jalatlaco o el tapete “Xandu’ tributo al arte y la cocina” que se exhibe en la galería Fabiola Calvo en donde artistas intervinieron mandiles portados por los chefs Alejandro Ruiz, Rodolfo Castellanos, Israel Loyola y Daniel Robles.

El pan de Oaxaca es diverso, en Valles Centrales está el de yema al que se coloca una carita que simboliza a la persona a la que se dedica; en la Mixteca se elabora una masa con harina, agua, sal y levadura para formar figuras humanas que se espolvorean con azúcar blanca si son para adultos y con roja, si se trata de un niño. En Mitla son de forma ovalada y los decoran con patrones diseñados en los telares con un glaseado de azúcar, limón y clara de huevo.

En la Villa de Etla prevalece la tradición de la Muerteada, desde hace más de 80 años los habitantes se caracterizan con disfraces alusivos a la temporada y recorren calles y casas acompañados de música de banda. En Zimatlán de Álvarez, el 1 de noviembre, a las cinco de la mañana, reciben en el panteón a los angelitos y el día 2, a los adultos, a fin de guiarlos a los que fueran sus hogares. En la Mixteca Alta acostumbran visitar a los padrinos, compadres, familiares y amigos para -levantar la ofrenda- y disfrutar juntos los alimentos que prepararon para los fieles difuntos.

Los restaurantes también ofertan experiencias culinarias, entre ellas, “Noche de ofrenda” de La Distral del hotel Grand Fiesta Americana con un menú de cinco tiempos y mezcales; “Comer con ellos” de Mesatemporal, recorrido por los sabores, aromas y significado de los símbolos y elementos de las ofrendas como semillas, copal, chocolate y frutas; “Muertos y amantes” de Grupo Los Amantes, que honra la vida y la muerte a través de la música, ofrenda y mezcal o el pan de muerto relleno de dulce de calabaza y frutas de la barra Maguey y Maíz del Centro Gastronómico Oaxaca.

La UNESCO, en 2003, inscribió en su lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a las tradiciones del “Día de muertos” que celebra México.

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