♦ Yolanda Peach | Leche con tuna
“El jarabe se oye triste, pues yo me encuentro muy solo, tú ya estás en el cielo querido hermano Manolo”
Así, al son del jarabe ejuteco, despidieron a Víctor Manuel Ramírez López y a Cynthia Citlalitl Orocio Ramos.
La parroquia de Santa María de la Natividad, en la Heroica Ejutla de Crespo no se dio abasto para albergar a los dolientes que llegaron a darles el último adiós.
Los que no pudieron entrar, escucharon desde las escaleras la misa de cuerpo presente. Llevaban flores, velas y globos blancos.
Con una emotiva homilía, el sacerdote llamó a dar gracias a Dios de haberse cruzado en la vida de Cynthia y Manolo, pidió también perdón para el detenido, acusado de ocasionar el accidente en el que murió la pareja, ya que dijo que será castigado conforme la ley. Al término de la celebración eucarística la voz del coro cantó el Dios Nunca Muere.
Afuera los esperaban integrantes del grupo tradicional de la delegación de Ejutla, portando sus trajes regionales con un lazo negro en la vestimenta en señal de duelo.
Al grito de ¡Ya llegaron los de Ejutla! comenzó a sonar el jarabe ejuteco que bailaron alrededor de los féretros.
Cada verso entonado con gran sentimiento, “algunos habían pensado que el jarabe estaba ausente, pero se han equivocado, aquí está Ejutla presente”. Los globos blancos surcaron el cielo y los presentes coreaban los versos, vitoreaban, aplaudían. “Ese ánimo Manolo”, “No te dejes Cynthia”.
Son tres las representaciones este año de la delegación ejuteca y prometieron que en cada uno dejarán todo su corazón en honor a Manolo.
Tenía poco más de un mes de nacido, cuando Manolo pisó por primera vez el escenario de la Guelaguetza. Su padre, don Javier Ramírez Vasconcelos fue uno de los bailadores que fundaron el grupo ejuteco y lo llevaba con él.
A los cuatro años bailó por primera vez, y, a partir de esa fecha, durante 48 años pisó el escenario, orgulloso de sus raíces, portando con gallardía el traje para bailar y cantar con pasión. Llegó a ser, por varios años, jefe de la Delegación del Jarabe Ejuteco.
La mañana que fuimos a realizar un video sobre la salchicha ejuteca, nos contó algunas anécdotas de la Guelaguetza y el jarabe ejuteco, su inconformidad con el Comité de Autenticidad (que los dejó fuera en 2015).
Se sentía orgulloso de que fue uno de los bailables que dieron origen a la Guelaguetza, “vienen a quererte imponer cómo vestir, cómo bailar, sin saber ni siquiera las tradiciones de cada población, sin respetar la identidad”.
Le tocó ser testigo de las desigualdades en esta fiesta cuando trabajó en el gobierno estatal, “se mandaba invitación a todos los gobernadores, se les preguntaba cuántos iban a venir, se les pagaba el boleto de avión, hoteles de primer nivel, mientras que a los que vienen de las delegaciones los envían a hoteles modestos”.
En esa ocasión, también reconoció la labor de Leche con tuna, “el gobierno no debería verlos como enemigos ni con recelo, ustedes están haciendo una labor trascendental al documentar la gastronomía de los pueblos de Oaxaca (…) si yo estuviera en gobierno les diría: no tengo mucho presupuesto para ayudarles, pero por lo menos aquí está para sus gastos de transporte, porque su trabajo es valioso”.
Nos confió que trabajaba en una investigación sobre la Guelaguetza, específicamente sobre la delegación de Ejutla y esperaba publicar un libro. “Dejó el boceto, y por supuesto que lo vamos a publicar”, nos confirmó su sobrino Érick.
El cortejo fúnebre partió al panteón al paso de los danzantes, quienes no dejaron de entonar y bailar el jarabe ejuteco en el recorrido.
“Palomi… palomita enlutadita dime quién… dime quién se te murió, si se te… si se te murió tu amante no llores… no llores, que aquí estoy yo. Vámonos… vámonos lejos de aquí porque aquí… porque aquí no puedo estar, mis amo… mis amores son de lejos y no los… y no los puedo olvidar”.
Se hizo una parada en la casa materna de Cynthia, donde se rezó una oración.
La pareja se conoció precisamente en el grupo ejuteco. Ella también bailó en la Rotonda de las Azucenas en la presentación de la Guelaguetza.
Hija de carniceros, estudió comunicación, “siempre dije que no iba a seguir la tradición familiar y mira, ahora me apasiona todo lo de la cocina”, nos confesó en aquella ocasión.
Aprendió de su mamá la receta para preparar la salchicha ejuteca, “tradicionalmente se hornea sobre un palo, sólo que así no se le puede dar la vuelta, así que no queda cocida al 100 por ciento y se debe comer rápido”.
Con Manolo, idearon un horno con parrillas, para poderle dar la vuelta y garantizar la cocción. Fabricaron otro horno portable, para poderlo llevar a las ferias gastronómicas y así ofrecer la salchicha calientita.
Cynthia fue de las fundadoras de la Feria de la Salchicha y la primera presidenta, participó en el tercer y cuarto Encuentro de Cocineras Tradicionales, en la Feria del Mezcal, en la Semana de los Antojos y en otros eventos.
Acababa de participar en una muestra gastronómica en Puebla realizada el 2 y 3 de julio, donde llevó diversos tipos de moles y tlayudas, “siempre me pedía que la acompañara y no había podido, me enojó que tuviera que rogarles a sus empleadas para ir y le prometí que de ahora en adelante siempre iría con ella. Estaba muy contenta. No imaginé que fuera el último evento en el que estaría con ella”, nos contó su mamá, doña Efi.
Impulsora de la salchicha ejuteca, Cynthia, quien se ganó el título de maestra cocinera, sabía que representaba a Ejutla y su misión era poner en alto a su pueblo.
La empresa Chedrahui les ofreció comprarles la salchicha para venderla en todo el país, sólo que les pagaría hasta después del tercer pedido. Una inversión enorme difícil de sustentar.
Manolo lamentaba la política deficiente en Oaxaca que impedía crecer a los productores, “no podemos extender las ventas, a la capital, por ejemplo, por los constantes bloqueos (…) en una ocasión teníamos un pedido grande para un restaurante de eventos, nos vimos en el Aeropuerto, donde estaba el bloqueo, ellos nos esperaban del otro lado”.
Sin embargo, si llegaron a enviar la salchicha a Estados Unidos. Usaban empaques de alto vacío para garantizar la calidad y evitar la oxidación.
El cortejo llegó al panteón, donde se rezó una última oración. Ahí, Érick agradeció la asistencia, “ahora queda el compromiso y responsabilidad con los dos niños, que ahorita no saben que sus padres murieron. No tengo más que palabras de agradecimiento por todo el apoyo y solidaridad que nos brindaron, les pido que recordemos a mi tío Manuel y a Cynthia con la alegría, con la sonrisa y con todo lo bueno que nos han dejado”.
Cantaron versos del jarabe ejuteco, gritaron vivas, echaron porras y ofrendaron flores mientras los sepultureros hacían su labor. Empezaron a repartir cerveza y mezcal, del que también rociaron en el sepulcro. “Adiós mandil”, gritó uno de sus amigos, “No era mandil, era un caballero”, reviró otro.
Recordaron algunas anécdotas, como la visita del Papa Juan Pablo II a Oaxaca, el 29 de enero de 1979, en la que cargó en brazos al entonces niño Manolo, “en el momento de pasar a hacer la ofrenda al Papa Manolo llevaba un sombrero y la niña un machete, así que no dejaron pasar a la niña y él fue único que se coló, y a ese niño fue al que abrazó el Papa”.
A los asistentes se les invitó a comer el tradicional mole en la casa familiar de Manolo. Ahí llegaron las coronas de amigos y organizaciones, como la de Alejandro Murat y familia, de las Chinas Oaxaqueñas de Genoveva Medina, de la Asociación de Cocineras Tradicionales, de la Feria de la Salchicha Ejuteca, de la Delegación de Ejutla.
Ahí siguieron las anécdotas, compartieron la preocupación por Manny y Javi, los hijos de la pareja que siguen hospitalizados, contaron que Lenon, su perrito, se había negado a comer, sobre todo, enfatizaron que guardarían por siempre su legado histórico en cuanto a la preservación de la cultura y las tradiciones.
“Yo le canto a Manolo y decirle buen amigo, y decirle hasta pronto, siempre estarás conmigo”.
