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Oaxaca jamás volverá a ser igual

Nunca nada volverá a ser igual. Son incontables las pérdidas, al igual que las enseñanzas, en estos tiempos de pandemia.

En la historia siempre hay un antes y un después, el más universal el aC dC, antes de Cristo, después de Cristo. Ahora adquiere un nuevo significado: antes y después del Covonavirus.

La vida cambió drásticamente. Sólo bastaron unas semanas para que todo diera un vuelco y se tomara otra dirección. Nadie está inmune.

Está demás decir que el nuevo coronavirus tomó por sorpresa a todos. Ningún país estaba preparado para enfrentar esta pandemia, que, aparte de lo que implica en sí la enfermedad, afectó principalmente la economía.

No hay quien, más obligado por el buscar el sustento del día a día, salió a las calles.

Salir, no es morir, si tomas las medidas sanitarias que aconsejan. Sana distancia, cubre bocas y desinfectarse constantemente las manos.

Diferente es la situación, de quien, sin tener necesidad de salir, decide romper el aislamiento porque está aburrido y no soporta estar en casa. Pone en riesgo a todos.

Caminar por las calles es otro respirar. Una estampa en el tiempo. Es como un relato en blanco y negro.

El Covid-19 nos enseñó, sobre todo, a que debemos aprender a cuidarnos y a proteger a los demás, que nuestra inconsciencia también mata.

A partir de ahora, sabemos, que así sea una gripita, se debe marcar distancia, por respeto a los demás, ponerse cubre bocas y mantener limpias las manos.

Aprendemos a apreciar el trabajo, a echarle más ganas cuando ves que tu patrón se sostuvo y te sostuvo, a redoblar esfuerzos y reinventarse, sí se trabaja para uno.

Te das cuenta de la importancia de la cultura del ahorro, y de todas esas cosas que se compran por vanidad y que no sirven para nada.

Comprendes que la adversidad se supera entre nosotros, que lo mejor incentivar el consumo local.

En Oaxaca somos solidarios, no en balde, cada año se celebra por lo alto una Guelaguetza, esa que nos enseña a dar y a ofrecer.

Aprecias el tiempo, todo ese que tienes para compartir con quien amas y para reencontrarte contigo mismo.

Cada uno tiene su propia historia. En las calles de Oaxaca se lee en los ojos. Los más expresivos, esos que tuvieron que salir, por necesidad, de casa.

La que espera, contando los minutos, si alguien se acercará a comprarle sus tejidos, sueña por lo bajo y sigue en su labor, mientras aguarda.

Está al que le preocupa, calcula cada movimiento y sabe, que cuidar a todos es una forma de preocuparse por su persona.

El que, no obstante, sonríe debajo de la mascarilla, sin dejar de angustiarse.

Son miradas perdidas, expresivas, que dicen todo y dicen nada.

Transitamos por un periódico legendario, en el que, si todo avanza bien, nunca miraremos al mundo igual, porque aprendimos a valorar lo que realmente lo merece.

Sobre todo, saber, que para ofrecer lo mejor a los demás, es necesario empezar por amarte tú y, por consiguiente, cuidarte, prevenir enfermedades, sea cual sea, ejercitarte y comer bien.

El mundo cambió. Un cambio que inicia con cada uno. Un nuevo aprender de la vida para aprehender todo lo hermoso que da el vivir.

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